TELEVISION > DE YAPA, OTRA DE HITCHCOCK Y RUBIAS: ESTA VEZ, TIPPI HEDREN
› Por Paula Vazquez Prieto
“Según parece me he ganado fama de preferir a protagonistas rubias para mis películas –comentó Hitchcock en 1962– y ahora, con Los pájaros, voy a presentarles a una joven que también es rubia: la señorita Tippi Hedren, una mujer cuya elegancia no dejará de sorprenderles.” Así comienza el capítulo dedicado a Tippi Hedren en el tercer libro escrito por el famoso biógrafo Donald Spoto, sobre la vida y obra de Alfred Hitchcock. Luego de El arte de Alfred Hitchcock –análisis minucioso de la filmografía del inglés publicado en 1976 con su aprobación– y Alfred Hitchcock: la cara oculta del genio –editado tres años después de la muerte del director, donde revela sus obsesiones, manías y fobias pero se reserva algunos trapitos sucios– en 2008 Spoto escribió Spellbound by beauty –traducido hace poco al español como Las damas de Hitchcock– con todos los secretos que se había guardado –por pudor, por oportunismo, porque todavía temía alguna demanda, quién sabe– y sobre todo con el jugoso relato de lo que fue la tortuosa relación con la última de las rubias hitchcockianas: “The girl”, como a Hitchcock le gustaba llamar a Tippi Hedren.
La historia de un Pigmalión perverso y frustrado que aspira a la posesión completa de su creación aun a costa de su asfixia y destrucción es la que cuenta The Girl, el telefilm basado en el libro de Spoto que estrenó a fines del año pasado la cadena HBO, un poco contagiada del interés que despertaba el famoso “maestro del suspenso” a partir de la preparación del biopic con Anthony Hopkins y Helen Mirren. Dirigida por Julian Jarrold y protagonizada por Sienna Miller y Toby Jones, esta modesta producción para televisión se concentra en el período que va desde el descubrimiento casual de Hedren en un comercial televisivo, en el otoño boreal de 1961, hasta el final del rodaje de Marnie, la ladrona (estrenada en 1964) y la clausura definitiva de un vínculo autodestructivo, plagado de alarmantes episodios de maltrato y persecución sexual que signaron para siempre el futuro de la nueva estrella.
Cuenta la leyenda que Hitchcock venía de más de una frustración: primero había perdido a su amada Ingrid Bergman –que no era rubia pero que fue el emblema de la calidez y distinción del Hitchcock de los ’40– a manos de Roberto Rossellini, ese director italiano que la llevó a filmar a una tosca y abandonada isla en Stromboli y encima la dejó embarazada. Luego fue Grace Kelly, con sus rasgos delicados y su glamour aristocrático, quien lo abandonó por la Costa Azul y la corona del Principado de Mónaco. Y, por último, sería Vera Miles –para quien había soñado Vértigo y de quien se vengó en Psicosis al mostrarla deslucida y en muchas escenas de espaldas– la que cometería la cruel traición de elegir la vida familiar y la maternidad en lugar de convertirse para siempre en su musa inspiradora.
Un Hitchcock sereno y reflexivo –interpretado sin los histrionismos propios de toda imitación por Toby Jones, que ya había hecho de Capote en Infamous– ajusta en voz alta los detalles del ambicioso proyecto de Los pájaros mientras seca los platos en la cocina, cuando de pronto su esposa Alma llama su atención sobre una hermosa joven de dientes blancos que asoma en la pantalla del televisor. Esa imagen se agranda en primer plano y The Girl destruye, en ese gesto de acercamiento y con la osadía que le brinda el paso del tiempo, los velos piadosos que protegen a las figuras míticas en la memoria de sus admiradores. Casi en clave de thriller psicológico, la película narra la simbiosis creativa entre director y actriz como un conjuro: la propuesta de un contrato abusivo con la Universal, el duro entrenamiento en la actuación, las cenas y los regalos, las llamadas a deshora, el seguimiento y la intromisión en su vida privada son parte de una fórmula que convierte al genio en un monstruoso Svengali, tan hipnótico como espeluznante. “¿Por qué tendría que disculparme –pregunta inocente Hitchcock en el estreno de Los pájaros– por hacer todo lo necesario para convertirte en una estrella?”
Hay que decir que la apuesta por Tippi Hedren fue todo un riesgo en aquella época. Sin experiencia ni trayectoria, a contramano de los designios del estudio, se quedaba con el papel que codiciaban muchas actrices de Hollywood, solo por un profético capricho. Es que esa modelo de origen nórdico, tan parecida a Grace Kelly, encajaba perfectamente con el aura que Hitchcock siempre había imaginado para sus criaturas: etéreas, lánguidas e inalcanzables, pero que albergaban una llama de pasión oculta tras esa apariencia fría y angelical. ‘Tippi’ –con las comillas simples que él agregó a su sobrenombre– fue su creación de principio a fin. Mentor y carcelero, estableció con ella un vínculo enfermizo que lo llevó al límite de la perversión en la etapa más oscura de su obra, después de Psicosis.
La famosa escena del ataque de los pájaros en el altillo, icono poderoso del horror hitchcockiano, aparece recreada en The Girl con la parsimonia de quien saborea lentamente el sádico placer de ver a otro sufrir. Pájaros reales, con sus plumas gruesas y sus alas erguidas se estrellan contra la pobre Sienna Miller, quien da vida a una Tippi arrinconada contra las paredes huecas del set durante días y días. Hitchcock la mira embelesado, y el límite entre la realidad y la fantasía se torna difuso, indescifrable, como su sueño de control y manipulación absoluta.
Hedren siempre se mostró amable y cautelosa en sus dichos públicos sobre aquel período de repentina y transitoria fama. Incluso en agosto pasado, a sus 82 años, en declaraciones a periodistas de la TV Critics Association, recordaba a Hitchcock como alguien “encantador, divertido y brillante en el terreno del suspenso”. Pero en The Girl aparecen sus confesiones más íntimas a Spoto y el oscuro retrato de esa ardiente obsesión. Así como en Marnie, la ladrona, Sean Connery retiene a Marnie con la amenaza del escarnio y la delación, Hitchcock quiso conservarla bajo su ala con los artilugios más espurios que uno pueda imaginarse. Pero no lo logró. Y no encontró jamás otra rubia que la reemplazara. Que reemplazara ese sueño ideal de belleza y lozanía que latía en el alma de su cine con tantas luces como tinieblas.
Traducida como La Chica, The Girl puede verse el martes 12 a las 17.30 y el sábado 16 a las 14.50, por HBO.
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