Dom 28.07.2013
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HALLAZGOS > LA SORPRENDENTE NUEVA VERSIóN DE EL HERRERO, DE BUSTER KEATON

EL SOCIO DEL SILENCIO

Todos los fanáticos del maestro del cine mudo saben que, en el corto El herrero, el gran Buster Keaton no sale de su negocio. Pero, ¿qué hacer cuando en la copia que se está viendo su protagonista abandona la herrería, se sube a un auto y sale de paseo? Antes de su estreno televisivo mundial, el coleccionista Fernando Martín Peña cuenta cómo fue que descubrieron con Fabio Manes –con quien conduce el programa Filmoteca, por Canal 7– esta nueva versión, a casi 90 años de su estreno, y todo lo que tuvieron que hacer para convencer al mundo cinéfilo de su hallazgo. Algo que inicialmente también había sucedido con la versión completa de Metrópolis.

› Por Fernando Martín Peña

No fue un hallazgo sino una aparición. Buster Keaton está en esa herrería haciendo lo de siempre y de pronto va y hace otra cosa, que nunca le he visto hacer. Conozco de memoria la obra muda de Keaton porque la exhibo desde hace casi treinta años, en ciclos diversos, y estoy habituado, quizá por hacer traducción simultánea, a anticipar la escena siguiente. Ahora viene tal texto y pasa tal cosa. Pero no: en lugar de ponerse a manchar de grasa un caballo blanco, que es lo que hace en todas las copias, Keaton sale de la herrería, se sube a un automóvil, prende un cigarro... ¿Cómo va a salir de la herrería?, pensé. ¿Dónde va? ¿Qué es esto? A veces sueño films de Keaton que no existen, pero esta vez estaba despierto.

Mi amigo Fabio Manes compró esa copia de El herrero (The Blacksmith, 1922) en Ebay, a un vendedor francés, hace unos cinco años, en 9.5 mm. Por su gran calidad fotográfica nos gusta mucho ese formato, que fue inventado por la empresa francesa Pathé en 1922 para ver cine en el hogar. De hecho, hace años le pedimos a un técnico amigo, el gran Daniel Vicino, que nos modificara dos proyectores para poder pasar copias de ese formato en salas más o menos grandes, cosa no prevista por los fabricantes. Manes acostumbra comprar copias en 9.5 mm por Ebay, que se van acumulando en su casa hasta que nos hacemos tiempo para verlas y archivarlas. La copia de El herrero fue postergada en varias sesiones en favor de otras que creímos –tontamente– más raras, hasta que el pasado mayo la traje a casa para guardarla y entonces la vi. Siempre, SIEMPRE, hay que ver lo que se guarda.

Le conté la noticia al historiador británico Kevin Brownlow, cuya obra es una de las principales razones por las que muchos nos dedicamos al cine. Su respuesta fue contundente: “No he visto versiones europeas de films norteamericanos que difieran en más que alguna toma, intertítulo o ángulo de cámara. No conozco precedente de una diferencia como la de El herrero. Puedo imaginar a Keaton, más anárquico que la mayoría, reacio a volver a filmar la escena en que mancha el caballo. Quizá salió a filmar algo especial para la versión europea y se divirtió mucho haciéndolo. Pero es pura especulación. ¡Felicitaciones!”.

Envalentonado, hice un posteo en Facebook: “Hoy es un día muy especial para la Filmoteca. Revisando una copia en 9.5 mm del cortometraje El herrero de Buster Keaton, que Fabio Manes compró hace varios años, descubro que se trata de una versión completamente distinta del film. No sólo la escena final es diferente (ya se sabía que existen dos versiones del final), sino que en el primer acto hay más de cinco minutos que no tienen nada que ver con la copia conocida. Es común que las versiones europeas de los films norteamericanos sean distintas, porque se preparaban dos negativos, pero no que haya una variación de tanto metraje. Toda una escena en la que el Maestro mancha un caballo aparece reemplazada por una extensa secuencia en exteriores, una hermosa persecución con Joe Roberts y una situación romántica diferente con la actriz Virginia Fox. Es probable que Keaton haya querido hacer menos claustrofóbico el film, aprovechando que debía cortar otra versión para el mercado europeo. En cualquier caso, es un material inédito de la mejor época del Maestro. Aquí, desde luego, la noticia no le va importar a nadie, pero Kevin Brownlow dice que el hallazgo es unprecedented, así que con Manes estamos felices. ¡Alegría sin fin!”.

Un historiador amigo puso este texto en un foro de especialistas denominado Nitrateville. Allí lo leyó David Shepard, uno de los mayores productores de ediciones digitales de films mudos, y otro de mis héroes. Pero le restó importancia: “Sí, era común en el período que hubiera dos negativos, y en el caso de El herrero tenemos materiales de ambos, con diferencias significativas, pero menores”. Le expliqué que a lo mejor hablábamos de otra cosa, que las diferencias no eran menores, ¡que Keaton sale de la herrería!, etcétera. Pero seguramente no me creyó, porque no volvió a escribir. Lo mismo habíamos vivido con Paula Félix-Didier cuando tratamos de comunicar internacionalmente el hallazgo de la versión completa de Metrópolis de Fritz Lang. Al parecer, ni siquiera ese antecedente me hacía más creíble. Once sudaca, always sudaca.

Recordé que en el caso de Metrópolis hizo falta hacerle ver parte del material a un historiador europeo, Luciano Berriatúa, y fue él quien convenció a los propietarios alemanes del film de que nuestro hallazgo era real. Así que decidí volver a la carga armado con artillería pesada. Con el permiso de Manes y la ayuda de mis amigos Julio Iammarino y Octavio Morelli, digitalicé el segmento más raro del corto, obtuve capturas fijas con la mayor calidad posible y le mandé todo eso a un señor eminente llamado John Bengtson. Todo cinéfilo debiera estar fanatizado con la obra de este hombre, que se dedica a rastrear las locaciones en que se filmaron las comedias más importantes del cine mudo y utiliza esa información para reconstruir el proceso de rodaje. Los posteos que hace periódicamente en su blog silentlocations.wordpress.com son una fuente de información y alegría sin fin para cualquier interesado en el tema. Bengtson no sólo saltó de felicidad al ver el material, sino que comprendió lo que había que hacer con él: interesar a alguien que tuviera los recursos para realizar una restauración profesional del film. En cuestión de horas difundió la noticia entre sus contactos y obtuvo varias respuestas entusiastas, entre ellas la de Serge Bromberg, propietario de Lobster Films, una productora francesa especializada en restauraciones y ediciones digitales de material histórico. Bromberg es el hombre indicado para hacerse cargo de El herrero, no sólo por su vasta experiencia en el tema sino porque reside en Francia y está en mejor situación que nadie para localizar la matriz de donde procede la copia 9.5 mm adquirida por Manes. Por lo pronto ya confirmó que esa matriz aún existe y actualmente se encuentra realizando las gestiones necesarias para acceder a ella. Ese hallazgo confirma que esta versión del film nunca estuvo perdida, sino que pasó décadas ignorada, aunque a la vista de todos. Como la carta robada.

Si todo sale bien, este Herrero redux tendrá su estreno europeo en el próximo Festival de Pordenone, Italia, en el mes de octubre. Mientras tanto, la première mundial tuvo lugar el pasado 6 de julio en el Bazofi, el festival de rarezas de la Filmoteca que programamos regularmente con Manes, donde fue recibida por un público entusiasta.

Hay varias explicaciones posibles para la existencia de copias tan distintas de El herrero, pero todas ellas son puramente especulativas, porque no existe documentación de primera mano que las respalde.

El herrero era, hasta ahora, uno de los films menos felices de Buster Keaton, en parte porque transcurre casi totalmente en una única locación (la herrería), pero sobre todo porque es reiterativo: la escena en que mancha de grasa el caballo de la chica es muy similar a una escena posterior en que estropea el coche de un cliente. En la nueva versión, Keaton reemplaza la primera de esas escenas por una serie de situaciones filmadas en exteriores, con lo que no sólo proporciona otra dinámica al film, sino que mejora la escena del coche al volverla más inesperada por eliminar la reiteración. Además mejora el vínculo amoroso con la chica al incorporarla a las nuevas escenas. Ahora la declaración, seguida del matrimonio final, funciona mejor porque está anticipada. También está mejor justificada la furia final del antagonista Joe Roberts, que en esta versión es víctima de nuevas humillaciones.

Sabemos que Keaton era un perfeccionista y que llegó a demorar varios meses el estreno de algunos films (como el corto The High Sign, 1920) porque no estaba conforme con el resultado. Todos los cómicos ponían a prueba sus films en exhibiciones de preestreno y, si los resultados de esas exhibiciones no eran satisfactorios, podían modificarlos antes del estreno general. Es casi seguro que Keaton terminó El herrero en su versión A, la testeó y decidió modificarla hasta llegar a la versión B, que es notoriamente mejor. “Lo hacíamos siempre”, dijo en una entrevista de 1958. “Pasábamos la película en un cine de las afueras, a un público normal. Nunca hicimos un film sin tener que volver a filmar cosas después del preestreno. Porque tomábamos nota de las reacciones, mejorábamos las partes buenas, rehacíamos las malas, cortábamos metraje y filmábamos tomas que conectaran mejor unas escenas con otras. Siempre salíamos a filmar otra vez después del primer preestreno. Y muchas veces también después del segundo...”

Creo que en este caso la suerte quiso que sobrevivieran las dos versiones del film. Vistas sucesivamente, ambas constituyen un documento excepcional sobre los métodos de trabajo de uno de los mayores genios que tuvo el cine.

El herrero tendrá su estreno televisivo mundial el lunes 5 de agosto en el programa Filmoteca, por Canal 7, que sale al aire al terminar la edición de medianoche del noticiero Visión 7.

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