Dom 15.09.2013
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PERSONAJES > LUCY LIU, FABULOSA EN EL HOMBRE DE LOS PUñOS DE HIERRO

MUJER DRAGON

› Por Mariano Kairuz

“Si lastima a mis chicas, voy a lastimar a sus chicos”, amenaza con convicción Madame Blossom mientras aprieta con una de sus manos el escroto del morrudo huésped que se aloja en el Pink Blossom, colorida “casita de placer” ubicada en un pueblo de la China feudal sacudido por una guerra entre clanes. Ella es Lucy Liu y es muy evidente que disfruta su papel de dominatrix veterana. El es Russell Crowe, hace apenas un rato que hizo su entrada despanzurrando sanguinariamente a un chino voluminoso que se hacía llamar Hipopótamo Loco, y es obvio que también la está pasando bien. A pesar del serio riesgo que entraña para su masculinidad, la amenaza de Madame Blossom parece divertirlo: “Esto es placenteramente doloroso”, le dice. ¿Y quién no querría estar en manos de Lucy Liu?

La película se llama El hombre de los puños de hierro, fue estrenada con cierto retraso en Buenos Aires este jueves pasado, y es el debut como director del hip-hopero RZA, avalado por Eli Roth (el de la saga de porno–tortura Hostel) y Quentin Tarantino. Se trata de un objeto pop violento y un poco insensato, pero muy disfrutable, y que a partir de unas pocas escenas nos obliga a preguntarnos, entre otras cosas, cómo es que no vemos más seguido en el cine a Lucy, a esta hija de inmigrantes taiwaneses nacida hace 44 años y criada modestamente en un barrio multiétnico de Queens, graduada en Letras y Culturas asiáticas en la Universidad de Michigan, devenida actriz medio por accidente (la vieron en el subte, cuenta, y le ofrecieron hacer una publicidad; primero dijo que no, etcétera), y que dice sentirse un poco encasillada por sus raíces. Por justamente aquello que es la clave de su belleza magnética, el perfecto equilibrio de sus ojos rasgados y sus pómulos planos con pecas. La industria, se queja, no termina de verla como una asiática –porque nació en EE.UU.– ni como una norteamericana más “capaz de hacer una comedia romántica”, porque, sí, los prejuicios raciales todavía existen en Hollywood.

A falta de una respuesta (a eso de por qué no la vemos más seguido), y con Madame Blossom como pretexto, vayan cinco picos de una carrera que la ratifican como un símbolo sexual imbatible e insuficientemente explorado:

1 El personaje que más directamente la vincula con la madama de El hombre de los puños de hierro es, por supuesto, el de O-Ren Ishii, la sanguinaria dama-dragón que interpretó en Kill Bill, de Tarantino. Inolvidable la escena en la que le rebana la cabeza a un miembro del consejo mafioso que osa cuestionar su aptitud para la jefatura en razón de su mestizaje chino-americano. El cuadro es gracioso y aterrador al mismo tiempo: la mirada congelada de ella en el más allá, la katana desenvainada y aún en alto tras la decapitación, y el chorro de sangre que brota intenso desde el cuello cercenado. Acto seguido, el monólogo –típicamente tarantiniano– en el que explica que, con el tema de sus raíces, no se jode.

2 Probablemente nadie la recuerde demasiado, pero Lucy interpretó a una dominatrix profesional, joven, sadomaso, intensa y rabiosa de leather, plumas y portaligas en Revancha, adaptación de 1999 de una novela noir de Donald Westlake, con Mel Gibson. Son unos pocos minutos en pantalla, pero dan ganas de dejarse golpear por ella.

3 Así como seguramente nadie haya olvidado que ella fue uno de los Angeles de Charlie, junto con Cameron Diaz y Drew Barrymore, en dos adaptaciones de espíritu paródico de la serie de los ’70. Y en especial, en la calentona coreografía cabaretera que las tres –Lucy al centro, como corresponde– despliegan siguiendo la cadencia del tema de La Pantera Rosa, de Henry Mancini. Todo, todo lo que se pone –incluso ese cliché onanista que es el trajecito marinero– le queda bien a Lucy.

4 Lo que tal vez no había hecho nunca era combinar sexo y sangre de una manera tan directa como cuando hizo de vampiresa. Se trata de una película oscura, en todo sentido (porque cuenta una historia de chupasangres en serio, sin ironía ni humor, y porque casi no se vio: no pasó por los cines y tuvo una lanzamiento limitado en cable y video). Se titula Rise, y ahí está ella, peligrosa y vulnerable a la vez, experimentando el ansia, depredando seductoramente, pero sin compasión, a hombres y a mujeres.

5 Hablando de lo cual no hay que dejar de lado ese hit que fue, incluso entre quienes nunca vieron un episodio completo de la serie Ally McBeal (incluso entre quienes no soportaban a la anémica Calista Flockhart), el tierno beso entre la inescrupulosa, áspera abogada Ling Woo (Lucy, claro), y la protagonista. Villana sin sentimientos, abusadora serial de personas con discapacidades físicas, la chica que se jactaba de poseer llaves de acceso al placer carnal “desconocidas para el mundo occidental” (al punto que a uno de sus amantes le hace firmar una cláusula de confidencialidad), Ling fue el personaje que catapultó a Lucy a la masividad. “Ella es mi heroína –decía McBeal–. Sí, es viciosa, estoy en desacuerdo con casi todo lo que dice, me trata para el culo, pero por alguna razón es mi heroína.”

Una década después de terminado aquel éxito, Lucy volvió a la televisión para interpretar, en la serie Elementary, a la primera Watson mujer de la infinita lista de adaptaciones que se han filmado sobre Sherlock Holmes. E imagínense las posibilidades.

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