Domingo, 27 de octubre de 2013 | Hoy
EVENTOS > LA 14ª EDICIóN DEL FESTIVAL BUENOS AIRES ROJO SANGRE
Por Mariano Kairuz
Un par de semanas atrás fue el masivo séptimo zombie walk porteño, ahora se acerca un nuevo Buenos Aires Rojo Sangre (BARS), festival de cine fantástico y de terror, que va por su 14ª temporada consecutiva. Ambos eventos confirman la consolidación de géneros que fueron tradicionalmente menospreciados. Es en buena parte un fenómeno de mercado, con el que las industrias del libro, el cine y la tv capitalizan un nicho que fue creciendo naturalmente junto con una generación de cineastas (los de los ’70 en Hollywood) y de espectadores (los que nacieron entre los ’70 y los ’90). “Hay vetas que se van agotando y se reemplazan por otras –señala Pablo Sapere, uno de los programadores del BARS desde su segunda edición–. Pero cuando Brad Pitt deje de hacer películas de zombies... nosotros seguiremos aquí, con nuestros muertos vivos de ketchup.”
Aunque todavía hay que separar la paja del trigo –se hace mucha basura en el cine “bizarro”, aunque, claro, también en el drama y el cine con pretensiones de seriedad– la cosa alcanzó cierta madurez, la suficiente como para generar reflexiones interesantes sobre el fenómeno. El BARS 14 incluye una de las más recientes: Rewind This!, de Josh Jonson, que explora “el impacto cultural e histórico del formato VHS en el mundo”. VHS y cine bizarro no son lo mismo, pero hay una afinidad entre ambos asuntos. El VHS significó la disponibilidad, la accesibilidad: la posibilidad de visitar y revisitar la historia del cine –el bueno, el malo, el cercano y el de casi todas partes– en casi cualquier momento, sin el sermoneo de los “curadores” ni las restricciones del canon; el VHS fue la escuela de cine de muchos y las consecuencias están a la vista (Tarantino). Por eso es que en la película testimonian, entre otros, los ultra-clase B Lloyd Kaufman, Frank Henenlo-tter y Charles Band, así como un montón de ignotos psicópatas coleccionistas que en tiempos de streamline y 3D digital aún guardan cintas magnéticas en sus casas y defienden con pasión de arqueólogos ese soporte que guarda un inexorable registro material de su historia.
“Tuvimos 20 años casi sin apoyo del Incaa –dice Sapere sobre el cine argentino que, mientras crecía en otros ámbitos, siguió marginando a su hermano menor de tripas y colmillos–. A partir de 2008 eso cambió radicalmente, y se está haciendo mucho cine de género a través de los carriles formales. Lo que falta ahora es que esto les llegue a los espectadores. Como el 90 por ciento del cine argentino, el prejuicio aleja al público masivo. Yo creo que una buena película con la difusión adecuada puede generar el quiebre. Pero como vienen las cosas, salvo que larguen una con Darín como Van Helsing y Francella como Renfield, eso no va a ser ni fácil ni rápido.” Hay en esta edición varias nacionales, entre ellas el homenaje fanático a Volver al futuro Back to the Siam, de y con Gonzalo Roldán, que recupera una idea desechada del guión original de Robert Zemeckis; y un intrigante rescate de la Filmoteca Buenos Aires, casi imposible de ver hasta ahora: la postapocalíptica Los miedos (1980), de Alejandro Doria, filmada en Chubut.
Pero una de las más convocantes será sin dudas El día trajo la oscuridad, primera película dirigida en solitario por Martin DeSalvo –quien hace unos años codirigió Las mantenidas sin sueños junto a Vera Fogwill–. El vampirismo del cine contemporáneo, como metáfora de enfermedad, infección, expresión de un malestar de origen desconocido: de eso se compone esta película que ya pasó por la competencia Vanguardia & Género del último Bafici y pronto podrá verse también en Mar del Plata; en la que el catálogo del festival porteño encontró resonancias del cine de Fulci y del de Tarkovski, y que es, sí, en una suerte de improbable cruza de nuevo cine argentino –de sus tiempos y sus modos de decir, y su puesta en escena y algunos de sus personajes– con la “cosa” de género, uno de los exponentes más atmosféricos, sutiles y (con perdón) refinados de esta muestra. Una de terror sin ironía que además descubre en la belleza pálida de Romina Paula la promesa de otras potenciales grandes películas de no-muertos. Toda una transfusión para el horror criollo.
La cosa fue así: casi década y media atrás, atento a la cantidad de realizadores que trabajaban en cine de género de manera solitaria pero tenaz, que no tenían oportunidad de mostrar su trabajo, Gabriel Schipani organizó un pequeño, modesto primer festival (en 2000) en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. “En ese momento, ser un militante de este cine era bastante dificultoso –recuerda Sapere–. Para ver ese tipo de películas había que ir a ciertos videoclubes y cineclubes, comprar revistas o fanzines especializados. Internet facilitó ese proceso. Antes eran muy pocos los que tenían una ‘cultura de género’. Ahora tenemos un público más grande y más especializado y exigente. Pero el criterio de programación no se modificó mucho: la idea fue, y es, apuntar al cine de género independiente, prestando atención especial a lo que se hace en Argentina y en Latinoamérica.”
Porque hay una producción latinoamericana, enorme pero dispersa, y el BARS la reúne en una sección competitiva (Iberoamericana: también incluye títulos españoles) que este año permitirá ver, entre otras deformidades, la producción peruana con alienígenas que comen carne humana Entonces Ruth (de Fernando Montenegro); y la chilena con fantasmas orientales Yokai (Cristóbal Echevensko). Hay también una brasileña que se impuso al resto por espíritu y calidad de producción, al punto que va en la competencia principal, la internacional: Mar negro. Nuevo capítulo de la saga de las Fábulas Negras de Rodrigo Aragão (La noche del chupacabras), Mar negro arranca en el estilo de films de terror de los ’70 y ’80 con dos pescadores pobres descubriendo entre sus redes una extraña criatura, que parece un homenaje cinéfilo a pesadillas anfibias clase B aun más lejanas en el tiempo, como El monstruo de la laguna negra. Luego deriva en el plato del momento: una de infectados –un poco zombies, un poco otra cosa–, con un montón de personajes indescriptibles luchando por sus vidas en el tenebroso puticlub de un pueblito costero olvidado por Dios. Rara, gore, un poco absurda y hablada en portugués.
Rewind This! se puede ver el viernes 1º a las 14 y el miércoles 6 a las 20.
El día trajo la oscuridad va el viernes 1º y el lunes 4, las dos veces a las 22.
Mar negro se da el domingo 3 a las 20 y el lunes 4 a las 16.
Buenos Aires Rojo Sangre tendrá lugar del jueves 31 de octubre al miércoles 6 de noviembre en el Complejo Monumental, Lavalle 836. Entradas a 20 pesos. Programación y horarios en www.festivalrojosangre.com.ar
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