HISTORIETA
¿Quién dijo que todo está perdido?
Cuando parecía que sólo quedaba resignarse a haber leído todo Astérix, acaba de salir en Francia Astérix et la rentrée gauloise. Como si fuera poco, además de las nuevas aventuras, el corazón del libro recopila planchas originales firmadas por René Goscinny y Albert Uderzo entre 1961 y 1977, muchas de las cuales se consideraban irremediablemente perdidas. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre la fórmula de la poción mágica, la moda gala, las peleas entre los padres de Astérix y Obélix, el secuestro de Idéfix y las puteadas en latín está en este volumen nº 32 que ya pide a gritos ser traducido a los 57 idiomas y el puñado de dialectos en que se lee Astérix a lo largo y ancho del mundo.
POR FERNANDO GARCIA
Todo iba de acuerdo con lo planeado. Las imprentas no se habían atrasado. La distribución se concretó sin inconvenientes, en medio de un operativo de seguridad que incluyó a los mejores agentes de la Sureté. Esperando que amaneciera, las librerías convidaron asientos y refrescos a las porfiadas colas que se arremolinaban en torno de los escaparates rojos, azules y blancos. Todo era júbilo y algarabía. Los francoparlantes tenían un nuevo motivo para ser más felices.
Menos de treinta horas después, el acabóse. La gente gritaba y las escenas de histeria se vivían a ambos lados del mostrador. Las centrales telefónicas reventaban. Algo mucho peor que las altas temperaturas golpeaba simultáneamente a Francia, Bélgica y Suiza. Tras dos años de impaciente espera, el nuevo libro de Astérix se había agotado. Un millón y medio de ejemplares corrieron como el agua y cerca de dos millones de personas terminaron con las manos vacías.
¿Qué salió mal? Desde su aparición en 2001, Astérix y Latraviata lleva vendidos, sólo en Francia, alrededor de tres millones de copias, razón por la cual nadie supuso que el 50 por ciento de esa cifra se agotaría en día y fracción. Pero La rentrée gauloise no es otro álbum típico de la entrañable aldea que todavía resiste a la invasión romana. No. Es la recompensa de toda una vida de sufrimientos y postergaciones, el sueño hecho realidad para una comunidad de fanáticos distribuida entre cinco continentes, 57 idiomas y un par de dialectos.
“Al momento de la creación de Astérix, el único condicionamiento que tuvimos (René) Goscinny y yo –recuerda el dibujante Albert Uderzo– fue que debíamos basar nuestros personajes en la cultura y la historia francesa. Hoy sonaría algo xenófobo, pero en ese momento era algo necesario para nosotros, invadidos como estábamos por las historietas norteamericanas”. Desde su debut en el primer número del semanario Pilote, el 29 de octubre de 1959, Astérix ha recorrido un camino de éxitos ininterrumpidos y multimediáticos. Libros constantemente reimpresos; siete largometrajes animados y dos en imagen real, protagonizados por Christian Clavier y Gérard Depardieu; seriales radiofónicos; un parque temático de diversiones; tapas en L’Express, Paris Match y Le Monde, un satélite espacial con su nombre y miles de millones de euros invertidos en todo tipo de merchandising. Y como buena figura de culto, en sus rojos pantalones Astérix guarda (además de la botella con pócima mágica) una veintena de artículos realmente limitados, de esos que hacen correr ríos de baba entre los iniciados. Al tope de esa lista se encuentra una historieta publicada en 1993 como parte de una promoción que incluía un video y un poster. ¿Su nombre? La rentrée gauloise.
En sus 44 años de vida, Astériz y Obélix recorrieron Egipto, Bretaña, Normandía, Hispania, Helvecia (por pedido expreso del presidente Georges Pompidou), Córcega, Bélgica y América. Para contar estas hazañas, proyectando las cifras impresas en la portada del clásico Astérix y Cleopatra, fueron necesarios 448 litros de tinta china, 960 pinceles, 1984 lápices de mina blanda y, lo más importante, 2144 litros de cerveza. Con semejante bagaje, es lógico que algunas páginas hayan ido quedando desperdigadas en el camino por tratarse de relatos autoconclusivos y chistes internos, estar pensadas para otros medios de comunicación o, sencillamente, por decisión de los autores.
Todas esas planchas arrojadas de la historia oficial registrada en los libros son las que dieron forma y contenido a La rentrée gauloise, del que se imprimieron unos míseros 500 ejemplares. Ni uno más. No importaron las cartas de los seguidores ni sus marchas de protesta hasta la editorial Albert-René, propiedad de Uderzo. Tampoco se tomaron en cuenta los altos precios que se pagaban por las fotocopias del libro. Desde 1993, sólo 500 colecciones de Astérix, en todo el mundo, podían clasificarse como “completas”.
Hasta ahora. Pasar las hojas de La rentrée gauloise es zambullirse de cabeza en la mejor época de Astérix, aquella en que los guiones de Goscinny (fallecido en 1977) permitían múltiples lecturas cruzando la realidad, las artes clásicas y el esplendor del cine hollywoodense que explotaba las superproducciones en Cinemascope. Los años en los que Uderzo no necesitaba de colaboradores para definir, con dos pinceladas perfectas, la arrogancia de Julio César, la excitación lúdica de Obélix, la desesperación crónica de las legiones romanas de Babaórum, Acuárium, Laudánum y Petibónum; y la vida cotidiana de una aldea gala que estaba muy lejos de ser típica.
De este suculento jabalí asado pocos trozos pueden tragarse sin masticar, pero hay siete que merecen (y demandan) una delicada degustación. El primero es “La mascotte”, publicada en 1968 en Super Pocket Pilote Nº 1, versión bolsillo de la revista madre que presentaba aventuras completas. La trama gira alrededor del secuestro de Idéfix (el perro de Obélix) por soldados romanos que buscan un fetiche para contrarrestar el poder de los galos. A partir del éxito de esta historia, Goscinny comenzó a incorporar mayores dosis de humor verbal centradas en la repetición de citas en latín. “René adoraba esos juegos de palabras y los nombres largos y extravagantes, como Suopalognon y Crouton –dice Uderzo–. Era el único que podía decir, de corrido Katzenblummerswishund-wagenplaftembomm”.
“Obelisc'h” apareció en los números 172 a 186 de Pilote (1963), prescindiendo de la página entera en favor del formato tira diaria. En esta ocasión los protagonistas son los mismos autores, Goscinny y Uderzo, que han descubierto a un descendiente de Obélix en un pequeño pueblo de pescadores bretón. Aunque con el tiempo los datos ofrecidos fueran levemente modificados, éste fue el primer comic en indagar el pasado de Obélix más allá de la repetida y conocida caída infantil en la marmita de poción mágica.
“En 50 avant J-C” (en referencia a Julio César) fue realizada especialmente para el número de mayo de 1977 de la edición norteamericana de National Geographic, como complemento de un largo artículo dedicado a los celtas. Descontando la rareza de origen, la historieta de dos páginas sólo se limita a presentar a los personajes principales de la saga.
“Latinomanie” (también conocida como “Etc., etc., etc...”) es un guión nunca dibujado que Goscinny escribió alrededor de 1973 para un libro norteamericano dedicado a la explosión cultural de la década del ‘60. “Desgraciadamente –explica Uderzo–, el nombre del libro se perdió en la oscuridad de la noche galesa.”
“Rentrée gauloise” apareció en el número 363 de Pilote (6 de octubre de 1966), un número especial dedicado al comienzo de la temporada escolar que todavía utilizan algunos docentes franceses como material pedagógico para la instrucción primaria.
“Au Gui I’an IX” formó parte del Pilote número 424 (7 de diciembre de 1967), ejemplar monográfico sobre las fiestas de fin de año. Es una de las pocas aventuras en donde se avanza sobre la fórmula de la poción mágica. “Puedo decir que incluye muérdago –confiesa Uderzo–; y también langosta, pero sólo para sazonar. Y una gota de aceite. Tal vez algunas hebras de té, sobre todo desde Astérix en Bretaña”.
Finalmente, “Mini, midi, maxi” es una breve anécdota sobre la moda gala, pensada específicamente para la edición francesa del magazine femenino Elle, del 2 de agosto de 1971.
En su versión 2003, La rentrée gauloise incorpora “La naisance d’Astérix” (única perla previamente divulgada en castellano a través de La revista extraordinaria de Astérix, un tabloide publicado en España por Editorial Planeta para festejar los 35 años del personaje), cuatro páginas realizadas por Uderzo en mayo de 1994 describiendo las riñas de Astronomix y Obesobolix el día del nacimiento de sus hijos, Astérix y Obélix respectivamente. El libro incluye, además, una historieta inédita de cinco páginas (“Chanteclairix”, guión y dibujos de Uderzo), bocetos ymanuscritos varios, una nueva ilustración de portada y versiones remasterizadas del material recopilado en 1993.
Con la sed francesa calmada por una segunda edición (y una tercera esperando entrar a imprenta), La rentrée gauloise aparecerá traducida al castellano recién en diciembre de 2003, habilitando a Papá Noel a incluirla en su lista de regalos para el arbolito. Publicada en España bajo el sello Salvat, la nueva aventura de Astérix llegará a la Argentina distribuida por Sudamericana, que todavía no tiene fecha firme de distribución.
A los 76 años, Uderzo continúa amenazando con nuevas aventuras de Astérix. “Tengo que ponerme a trabajar seriamente en ello –dijo al terminar la conferencia de prensa en sus oficinas cerca del Arco del Triunfo–. Ya probé sentarme frente a la hoja en blanco. Ahora sólo me falta encontrar una idea.”