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Domingo, 5 de octubre de 2003

OJOS DE VIDEOTAPE ESTRENOS DIRECTO A VIDEO

El bate también es un arma

Larry Clark, el director de Kids, vuelve a
la carga con la vida de los adolescentes norteamericanos. Esta vez, con el
asesinato de un matón de secundario.

Otra vez una película de Larry Clark, con todos los elementos recurrentes en sus films, basados o no en historias reales. Lo básico de este caso: un grupo de chicos y chicas, sexo, drogas más o menos duras, autos caros comprados por papá y, se dice –dicen los personajes, dice Clark, dicen los actores– poco y nada interesante que hacer y mucho aburrimiento. El tema: el asesinato de Bobby Kent en Florida, en 1993. Los protagonistas: dos amigos de la infancia, Marty Puccio (el ex niño actor Brad Renfro) y Bobby (Nick Stahl, el de En el dormitorio y Terminator 3), el “Bully” (el matón del título) y una relación un tanto extorsiva, hecha a base de constantes humillaciones. Será la novia de Marty, violada por Bobby, quien lo empuje a ponerle punto final a la situación, y descubrir así que reunir a un puñado de chicos con ganas de ayudarlos a matar al adolescente matónno era nada difícil. Un bate, una bala y que los cocodrilos hagan el resto.
La idea de llevar al cine Bully: una historia real de venganza en el secundario, el libro de Jim Schutze, fue del productor Don Murphy (el de Asesinos por naturaleza), quien le encargó un guión a Zachary Long y se lo alcanzó a Clark, seguro de que le iba a encantar. Al principio no les costó encontrar quien financiara el proyecto, pero en el medio ocurrió la masacre de Columbine y los inversores tomaron su dinero y huyeron espantados. “Si hacemos la película y vuelve a ocurrir algo así, nos van a colgar”, cita Clark a los productores en fuga. Cuando finalmente la película estuvo terminada, tuvieron que estrenarla sin calificación, ya que la MPAA (la junta calificadora, que no es una entidad gubernamental sino algo más parecido a un consejo de asesores para los estudios y los exhibidores) les advirtió que de ninguna manera le darían nada debajo de la lapidaria NC-17. “Les preguntamos qué teníamos que hacer –cuenta Clark– y nos mandaron un fax que decía: Nuestro consejo para América es: escondan a sus hijos. Pensé: soy un hombre marcado. Sólo se ensañan con las pequeñas películas independientes. Es ridículo, es corrupto y es una idiotez, pero es con lo que tenemos que lidiar. Hollywood está muy orgulloso de sus películas higienizadas, como América X (la de Edward Norton), que es como un especial para ver a la tarde por TV.”
Lo cierto es que la obsesión de Clark con la pérdida de la inocencia, los suburbios, los chicos norteamericanos obsesionados con el dinero y su manera de plasmarla en Bully, terminan por resultar agobiante (algo de eso habría en la siguiente y sin embargo más interesante Ken Park). Tanto él como su guionista están tal vez demasiado convencidos de estar haciendo algo importante. “Bully es un guión que sentí que debía escribir, es una historia que los norteamericanos necesitan ver”, dijo, sin modestia, Long. Y agregó: “Es hora de que despertemos y veamos de qué manera están viviendo nuestros hijos”.

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