Domingo, 14 de junio de 2015 | Hoy
Mirta Graciela Antón, La Cuca fue policía en Córdoba entre 1974 y 1984 y permanece detenida desde 2009, condenada en un juicio por torturas. Está siendo juzgada en la megacausa de La Perla, en el que le imputan 211 delitos: 73 privaciones ilegítimas de la libertad, 76 imposiciones de tormentos, 56 homicidios calificados, dos imposiciones de tormentos seguidos de muerte, una tentativa de homicidio calificado y tres abusos deshonestos.
Por Rodolfo Palacios
Antón lleva su diario íntimo en el bolso y me lo muestra, sin jugar al misterio. Dice que, en los ratos libres, pasa sus escritos a una notebook.
–Voy a confiar en vos y mostrarte todo lo que escribo. Pero no me falles. Voy a colaborar para que muestres que soy una mujer que sufre y se emociona.
La voz de Antón es chillona y disfónica. Habla con tonada cordobesa –estirando las vocales–, un rasgo que se acentúa cuando algo la enoja. Algunos testigos nunca olvidaron esa voz. Aunque ella dice que hace unos años la operaron de las amígdalas y que antes su tono era agudo como el de una soprano, las víctimas aseguran que tenía un vozarrón inconfundible.
–Imagino que habrás leído y escuchado todo lo que se dice de mí –dice, y me mira fijo.
–Sí.
–¿Te parece que muerdo?
Hago un silencio. Me mira con picardía.
–¿Tengo apariencia de diablo? Eso dicen. ¿Qué leíste de mí?
–Muchas cosas.
–Decime una...
–Que mataba a sangre fría.
–Mirá vos –dice, como si estuviera sorprendida–. Todo mentira. Necesitaban un diablo que fuera mujer. Y acá estoy. Pero el diablo huele a azufre. Yo huelo a rico perfume.
Y dice, con una sonrisa amplia:
–Amaris, de Givenchy.
Después me muestra las manos. Son delicadas. Lleva las uñas pintadas de rojo, y se las arregla todas las semanas.
–Así como las ves, están siempre. Limpitas. Nunca lastimaron a nadie.
En el primer juicio contra Mirta Antón, María del Rosario Miguel Muñoz, militante de izquierda secuestrada el 19 de diciembre de 1975, declaró: “Cuando llegué [al edificio del D2] me sodomizaron, me golpearon después y me pusieron en un patio hasta la mañana. Creo que eran como las 7 y llegaron los torturadores, que marcaban tarjeta, como si fueran panaderos. Me llevaron a una sala de torturas con toda la panoplia de la tortura: picana, submarino. Mientras era golpeada e interrogada, una torturadora que tenía tacos altos de aguja saltaba sobre mí. Luego supe que estaba embarazada. Al mediodía los verdugos se retiraron a almorzar y al regresar me hicieron un simulacro de fusilamiento”. En el reconocimiento fotográfico, María del Rosario Miguel Muñoz senaló a Mirta Antón como la torturadora embarazada de tacos altos.
En ese mismo juicio, un testigo declaró que Mirta Antón, y dos policías más, habían secuestrado a María de las Mercedes Gómez de Orzaocoa, embarazada de siete meses, aún hoy desaparecida, a quien sometieron a la picana eléctrica, al submarino, una simulación de fusilamiento, golpes, quemaduras de cigarrillos y vejaciones sexuales.
Humberto Vera fue detenido en 1974. Era delegado de una fábrica. En abril de 2014, en el marco del juicio de La Perla, declaró que, entre sus torturadores, había una mujer: “Me pinchaba con alfileres y me pisaba los testículos con los tacos de sus zapatos. Era Antón. Pude verla cuando se me corrió la venda. La reconocí porque íbamos al mismo club de baile”.
Gloria Di Rienzo, también testigo en ese juicio, dijo, según consta en el expediente: “Cuando me torturaron, ella me retorció los pezones y me tiró agua caliente para que abriera las piernas y los policías me pudieran violar”.
Carlos Eduardo Santa, testigo en la misma causa, declaró: “Entre tantos hombres, escuché una voz de mujer. Era La Cuca. Después de acercarse a mí y decirme un montón de groserías, me dijo los nombres de cada uno de los que vivían en mi casa, cerca del hipódromo, en Barrio Jardín. Supongo que ella vivía por ahí. Muchas veces escuché hablar de ella y el sadismo que tenía, especialmente con las mujeres”.
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