Domingo, 20 de septiembre de 2015 | Hoy
Ahora que los estudios de Hollywood se limitan a distribuir sus películas pero ya no las financian, Allen es, dice, más libre que nunca. “La verdad es que nunca me han hecho una anotación o corrección en un guión en mi vida. Yo escribo el guión, pongo a los actores que quiero y hago la película. Por eso es que siempre sentí que lo único que se interponía entre mi obra y la grandeza soy yo mismo. No tengo ninguna excusa para no ser un artista grandioso, salvo el hecho de que no lo soy. No soy ni Kurosawa ni Fellini; ni Faulkner ni Cole Porter. ¿Qué le voy a hacer? Nadie me dice con qué actores trabajar, ni qué temas tratar. Llega el dinero y en algún momento entrego la película, que bien podría ser una tragedia en blanco y negro ambientada en Prusia medieval. Lo que compran los productores es en todo caso la presunción de que nunca hice nada demasiado extraño”.
Con ese mismo criterio es que el año pasado Amazon se le acercó para proponerle que les hiciera una serie, seis capítulos de media hora sobre lo que quisiera, para su servicio de streaming. Allen ni siquiera sabía qué es un servicio de streaming; primero se negó, pero le ofrecieron libertad absoluta y un montón de dinero, y finalmente aceptó, pensando que con su experiencia, solo consistiría en hacer un film de tres horas. Ahora dice que nunca se arrepintió tanto de nada en su vida; que le está costando mucho encontrarle la vuelta. “Tengo hasta fines de 2016 para entregárselas y espero que no queden aplastados por la decepción, porque han sido muy amables conmigo. Que no digan: Por Dios, le hemos dado una enorme cantidad de dinero y ¿nos entrega esto?”
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