Iluminados por el fuego es un gran film y marcará un antes y un después en el cine argentino. Porque es la visión más profunda y crítica de la guerra de Malvinas, y también porque es la película de tema bélico más ambiciosa –en términos de producción y realización– de las que haya producido nuestra cinematografía. Puedo decirlo sin rubor porque el mérito central no es de individuos en particular sino de un gran colectivo, conducido por Tristán Bauer. Por eso vivo como un privilegio y un honor haber coparticipado en el equipo de guionistas que trabajó sobre el libro original de Edgardo Esteban y Gustavo Romero Borri, dos colegas que fueron como conscriptos a la guerra.

En rigor fui convocado por el director Bauer, cuando ya existía un primer “tratamiento” de guión lo suficientemente exitoso como para recibir dos importantes premios: el Coral del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y el del Instituto Nacional de Cinematografía de nuestro país. Con Tristán nos une una vieja amistad y un trabajo en común que encaramos con él, mi compañera Ana de Skalon y mi hijo Federico: Evita: la tumba sin paz. Este equipo volvió a reunirse, porque Ana se hizo cargo de la dirección de producción de Iluminados... y Federico Bonasso compuso la música incidental, que vino a complementar tres temas inolvidables de León Gieco.

Los guiones originales relataban la terrible experiencia bélica sufrida por los muchachos enviados a las islas en el ’82; yo propuse incorporar el presente de la Argentina, para que jugara como un contrapunto con los recuerdos del protagonista-relator de la historia y este criterio fue aprobado por el equipo. Trabajé entonces en varios tratamientos de esta nueva versión que a su vez fueron prolijamente criticados y modificados por el equipo conducido por Bauer. Como suele ocurrir, por otra parte, con el trabajo de cualquier guionista, no apto para escritores individualistas y arrogantes. Labor oscura y no pocas veces frustrante, que tuvo un premio extraliterario: ver a los personajes del papel encarnados por intérpretes como Virginia Innocenti, Gastón Pauls o Paulo Ribba (para citar solamente algunos), “viviendo” en la atmósfera magistralmente escenificada por Bauer.