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Domingo, 25 de septiembre de 2005

El lado oculto de la estrella

James Dean, como muchos astros de la época, tenía otra vida fuera de las muchachitas que los productores le colgaban del brazo en los estrenos. Su círculo de íntimos amigos demuestra, además, lo desprejuiciado que era. Antes y durante el éxito en Hollywood, sus compañeros más cercanos, aunque secretos, eran Eartha Kitt –una actriz y cantante negra; hay que apuntar que, en los años ‘50, una amistad interracial era bastante rara–, Maila Nurmi o “Vampira” –un exótico personaje, célebre en la época por sus apariciones en TV maquillada de blanco y encorsetada en negro riguroso, y por su papel en Plan 9 del espacio sideral de Ed Wood– y Jack Simmons, un aspirante a actor, gay, a quien Dean le pagó una cirugía estética de nariz. Dean vivió con Simmons durante el rodaje de Rebelde sin causa, pero los biógrafos no han podido confirmar si existió entre ellos una relación romántica. Sin embargo, casi se puede afirmar que fue pareja de Roger Brackett, un director de radio y directivo de una agencia publicitaria, a quien conoció mientras trabajaba en un estacionamiento, cuando aún trataba de conseguir papeles en la TV neoyorquina. En los ‘50, rara vez se le preguntaba directamente a un astro si era homosexual, y por supuesto nadie salía del closet porque resultaba desastroso para sus carreras. Dean, sin embargo, afirmó en una célebre entrevista: “¿Si soy homosexual? Bueno, no voy por la vida con una mano detrás de la espalda”.

En los últimos años, ciertos sectores del movimiento gay afirman la homosexualidad de James Dean, pero también que es complicado hablar de identidad sexual en alguien que falleció a los 24 años; es posible, claro, que todavía estuviera en formación.

Kenneth Anger, el director de culto y autor de Hollywood Babilonia, tiene, por supuesto, algo que decir sobre la vida secreta de Dean: “Como reflejo de la profunda impresión que le había causado ver la película de Marlon Brando, El salvaje, James era un adorador del cuero negro. Le gustaba sentirlo sobre la piel desnuda y también toda la parafernalia de cadenas y emblemas. En Los Angeles existía entonces un club de amantes del cuero, mucho antes de que ese secreto compartido se transformase en una moda. Todos sabíamos que Jimmy frecuentaba esas reuniones y fueron sus amigos de aquel cerrado círculo quienes comenzaron a llamarlo ‘Cenicero humano’, porque le gustaba que le apagaran cigarrillos sobre el cuerpo, y hablaba constantemente del dolor físico. El perito que certificó su muerte y examinó su cadáver en el depósito antes de la autopsia certificó que tenía una constelación de cicatrices en el torso”.

Fuentes menos maledicentes certifican cierta obsesión de Dean con la muerte. En su departamento de Nueva York tenía un ataúd en miniatura, y en una oportunidad se hizo fotografiar saliendo de un ataúd real, haciendo muecas. También colgaba fotografías de soldados heridos en las paredes, casi siempre de Robert Cappa. El artista Kenneth Kendall se inspiró en Dean para su óleo El torero muerto, y Dean parodió la obra en una célebre foto. Cuando su trabajo se lo permitía, iba a Tijuana a ver corridas de toros, y coleccionaba objetos relacionados con la tauromaquia, además de artículos sobre la muerte de Manolete y una versión mecanografiada de Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía de Federico García Lorca.

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El torero muerto, de Kenneth Kendall, y James Dean parodiando el cuadro (nótese que en lugar de capa, Dean yace junto a una bandera de automovilismo).
 
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