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Domingo, 24 de septiembre de 2006

Argëntinos

 Por Natalí Schejtman

Raúl Córdoba, alias Rolly, es el encendido representante del movimiento raëliano en Argentina, que no tiene un número fijo de seguidores, pero cuenta, según sus estimaciones, con unos 100 interesados. La historia de cómo llegó a hacerse de semejante responsabilidad incluye una ruptura abrupta con la ortodoxia católica, un libro que llegó a sus manos por casualidad y, finalmente, una prueba de sus flamantes dioses: “Yo era de chusmear cosas de religión. Vino una vez un amigo con un libro y me dijo: ‘Fijate, estamos caminando a este tipo que trae estas cosas...’.” Su amigo jugaba al vigilante y le dio a Rolly el Mensaje dado por los extraterrestres. Rolly se apasionó por su lectura y quiso conocer al perseguido, Juan José Etcheverry, el primero que introdujo material sobre el movimiento raeliano en Argentina, y después empezó a asistirlo en las tareas. Por ese entonces, ocurrió en estas latitudes el rebote del escándalo de la clonación, y Rolly recuerda que el movimiento tuvo unos segundos de fama por una colaboración que Etcheverry hizo para el programa de Moria Casán. Cada vez más en contacto con los “hermanos” del resto del mundo, un día le llegó a Rolly el ofrecimiento de convertirse en representante (tarea que no supone ningún sueldo): “Yo soy locutor y en ese momento estaba haciendo un programa de radio en Chivilcoy, de donde soy. Salí al jardín de esa quinta en donde grabábamos y dije: ‘Queridos Elohim, si ustedes creen que yo soy la persona, necesito una señal’. Bueno, no pasó nada. Me volví a mi casa, y cuando estaciono el auto –el garaje es destechado– y salgo, veo ¡¡¡¡¡fffffffiuuuuuuuuuu!!!!! No era sólo una estrella fugaz, ¡se atravesó todo el cielo! Ahí dije ‘listoooooo’”.

Rolly ya llevó a cabo dos “bautismos” (se llaman TPC: transmisión de plano celular) y le gustaría hablar con científicos argentinos para iniciar investigaciones propias, pero la falta de tiempo y recursos lo demora. Además, aprovecha cualquier ámbito para divulgar la filosofía raëliana, y eso que sus llamativos oficios lo hacen bailar en terrenos realmente diversos: es peluquero, productor musical, cocinero de galletitas dulces y fotógrafo y camarógrafo, ahora dedicado al Triple X: “Este trabajo me lo tomo con adultez y seriedad”, dice, reposado en que su fe raëliana no le hace sentir un dedo acusador en la espalda.

Contacto: [email protected]

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