El misterioso episodio de Texas en marzo de este año.
Después de un tiempo y muchas preguntas a muchas personas, pude entender qué fue lo que pasó con Charly en ese misterioso viaje a Estados Unidos en el mes de marzo de 2007. “Oldham me llama un día y me dice que Pete Townshend va a tocar en Texas, que tenemos que ir conocerlo –cuenta Charly–. Yo no tenía un mango pero de alguna manera me las arreglé y viajé. Texas es un estado donde sólo podés consumir whisky y se me hizo difícil. Llegué al show de Pete Townshend y lloré como una rana: mostré mi hilacha de fan como el mejor. Me mató, me rompió el alma. Después me quedé tomando whisky y fumando un cigarrillo esperando no sé qué, no me daban ganas ni de salir. Y en un momento agarré una Gibson SG y rompí un espejo, como si fuera Tommy. Ahí apareció el embajador; vino el gerente del hotel, me saludó, me pusieron en una silla de ruedas, me llevaron al aeropuerto y me quedé dormido. Me preguntaron ‘¿qué mes es hoy?’ Y dije junio, pero era marzo. Entonces me llevaron a un hospital para ver cómo estaba. Allí me dijeron: ‘ya que estás acá, ¿no querés cambiarte la sangre? Me pareció una buena idea y contesté que sí.”
La bajista María Eva Albistur fue quien lo acompañó a Austin, Texas, para asistir al show de Townshend. “Como llegábamos tarde –recuerda–, nos tomamos un carrito guiado por un tejano en bicicleta. A las cinco de la tarde nos encontramos en la puerta de atrás del local con Andrew Oldham y su hijo Max, que nos esperaban para entrar por camarines. Vimos el concierto, que fue impresionante, pero ya Charly comenzó a sentirse mal y me pidió que lo llevara rápido al hotel. Con los días se fue sintiendo peor y le pedí una mano a la gente del consulado argentino en Houston, que se portaron diez puntos, se vinieron a Austin y me mandaron a un médico. Después lo llevamos a un hospital en Houston donde lo atendieron.” Andrew Oldham precisa que “lo que hizo que Charly se largara a llorar –aclara Oldham– fue Pete Townshend tocando ‘Let my love open the door’. Fue como si el tiempo se congelara. Algo conmovedor, fue un momento musical muy especial que quedará en mi memoria como uno de los mejores. Charly terminó en el hospital, pero eso fue unos días más tarde, y dada la calidad de los hoteles en Austin, es probable que el hospital haya sido una mejor elección”.
“Es como si Oldham se hubiera confabulado con Pete Townshend para cambiarme la sangre”, asegura Charly, que aceptó el procedimiento que duró tres días y que consistió en un tratamiento de desintoxicación general y calmar una aparente pancreatitis crónica que se agudizó. Uno de los médicos, al revisarlo, notó algo aun más extraño que su estado: su cuerpo estaba lleno de cortes que no parecían ser de vidrio.
–¿Por qué tenés tantos cortes en los brazos? –preguntó el doctor.
–Es que estoy estudiando tatuaje por correspondencia –contestó Charly.
“Estaba consciente –asegura Charly–, pero sentía que me iba para arriba. Yo veía cómo me salía por un lado toda una sputza empetrolada y por el otro me ponían una cosa perlada y divina. Imaginate a los órganos de mi cuerpo aplaudiendo, poniéndose todos contentos. Según cuenta la leyenda es sangre de una virgen del Amazonas. Es como que yo tuviera que estar muerto y estoy vivo.” ¿Y los efectos terapéuticos? “Me dio más hambre, veo mejor, se me para más: tengo la sangre más linda. Y me parece que tengo el subconsciente de otra persona. Pero es una fantasía.”
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