JINGLE HELL, DE FéLIX DORVAL
› Por Esther Cross
Jingle Hell, la última película del director argentino Félix Dorval, cuenta la historia de Ramiro, un chico de clase media alta, que padece una fobia aguda e inconfesa: le tiene pánico a Santa Claus.
Para Ramiro, Santa Claus es una especie de Freddy Krueger que traspasa puertas, chimeneas y ventanas, según le cuentan sus padres, sonrientes, cada vez que él pregunta, muerto de miedo, cuánto falta para Nochebuena.
La película relata la penosa experiencia de Ramiro en vísperas de Navidad, cuando se ve forzado a encontrarse con Santa en todos lados. La trama se desarrolla –aunque en forma hipotiroidea– en un clima de suspenso. Contada desde el punto de vista de Ramiro –muy bien interpretado por el joven Axel Barbutto– la película da cuenta de la proliferación de Santa Clauses en botellas de Coca, tarjetas postales, cajas de pan dulce, avisos y gigantografías en la calle. El director echa mano de una idea interesante aunque socorrida: las figuras protectoras que se vuelven, o ya son, amenazantes y peligrosas.
Los padres de Ramiro, convencidos de que su hijo se resiste por timidez y no por pánico, lo obligan a subirse al trono improvisado en un centro comercial y sacarse una foto con Santa Claus. Desesperado cuando lo ve acercarse para el abrazo, Ramiro le pega a Santa Claus, que se defiende y hasta exige un escarmiento, en una escena de alto voltaje didáctico. La salvación –y la otra tanda de problemas– llega de la mano de la licenciada De la Fuente, una psicóloga amiga de la madre y amante del padre, que somete a Ramiro a una batería de tests, se da cuenta de lo que pasa y convence a los padres de Ramiro de que lo mejor será decirle la verdad: Santa no existe.
Filmada en escenarios porteños y centros comerciales que podrían estar en cualquier lado, la película logra momentos de tensión aunque eso nunca haya sido un mérito en sí mismo. La intención del director de “subvertir los géneros hasta las últimas consecuencias” resulta en ciertos excesos confusos para el espectador, como el doblaje mediante el que los actores masculinos hablan con voces femeninas y viceversa. La excelente fotografía se pierde entre las mañas del director, como el abuso del PPI (primer plano inexplicable). Lo mismo podría decirse, aunque con menos margen de error, sobre la historia: la idea, original, queda opacada por los diálogos monosilábicos con los que los actores tratan de hacer lo mejor que pueden. En este sentido, hay que destacar el esfuerzo de la ya veterana Amanda P. del Valle, que interpreta el rol de madre de Ramiro –y el de Papá Noel en el centro comercial, aunque eso no se note–. A la hora de explicar por qué el título en inglés, el director ha dicho: “Eso es lo de menos. Lo importante es que era un buen título. Podría haberse llamado Jingle Bed. Los títulos no tienen por qué ser literales. No son responsables de nada. Es como pretender que La Divina Comedia sea una comedia”.
Jingle Hell, Argentina, 2007. Dirigida por Félix Dorval. Con Amanda P. del Valle, Adolfo Puterman y Axel Barbutto. Soto Falcón Producciones.
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