Formado (voz y guitarra), Experimento Lóizaga (guitarra y voz) y Felipe Love (bajo) llegan a la entrevista a la hora del cierre de las oficinas, se aflojan las corbatas, cuelgan los sacos e intentan explicar a Banda Jamón Crudo. No parece haber grandes precisiones. “Es todo bastante a la deriva. No hay una predisposición a nada”, apunta Experimento, cofundador del grupo junto a Formado, dos chicos bilingües de Zona Norte que se dieron a conocer por primera vez sobre el escenario del viejo New Order de avenida Cabildo. De formación dispersa, BJC existió intermitentemente durante la segunda parte de los 90, mutando, zapando, desarmándose, hasta el momento en que irrumpió, casi providencial, un pequeño secuenciador que torció la suerte del grupo.
The Beige Sessions, su primera producción independiente, es la prueba de que, ahora sí, los muchachos se toman las cosas en serio. Deformando con respeto algunos ritmos de las últimas décadas –soul, hip hop, funk, postrock–, la banda lleva al paroxismo los esterotipos, los dota de psicodelia y pergeña canciones cargadas del humor absurdo que manejaba Alfredo Casero en su primera época. “No nos planteamos las canciones como sketches”, aclara Experimento. “Simplemente nos divierte tocar y hablar de lo que hablamos.” Formado agrega: “Siempre encaramos las cosas con seriedad, pero con descompresión. Somos bastante irónicos. ‘Chip Chipont’, por ejemplo, es un hip hop al estilo gangsta americano, neoyorquino, una canción de protesta contra la policía. Pero está claro que no nos interesa demasiado estar protestando contra nada, así que hicimos esa especie de parodia.”
Banda Jamón Crudo no es, entonces, una agrupación humorística que además hace música. Es un grupo de rock de espíritu lúdico que por sobre todas las cosas cuida las formas de la canción. Tal vez por eso, anuncian, el próximo disco quizás sea “más seriecito, un poco más ambicioso”. “Nos chocó un poco el hecho de que todo el mundo pensara que somos una banda en joda, así que por ahí es una reacción automática contra eso”, admiten. “No nos gusta para nada que nos digan que somos un cago de la risa. Lo que pasa es que hay pocas bandas de rock argentinas que se toman las cosas con humor. Hay demasiada solemnidad. Salvo casos como Illya Kuryaki, o Babasónicos al principio... Y lo nuestro es serio, también. Nos cagamos de risa haciéndolo, pero no somos payasos.”
The Beta Band, García, Spinetta, Los Brujos, Sumo y Pixies son algunos de los componentes del mapa genético de esta curiosa criatura que parece sobrevivir al margen de toda escena establecida. Mientras El Padrino, Rocky y La fiesta inolvidable aparecen como parte de la espontánea filmografía esencial de sus integrantes, algunas series de televisión y personajes de la cultura nac & pop de los 80 y 90 dan pistas sobre los orígenes del sentido del humor jamonero: “Benny Hill”, “Monthy Python”, “De la Cabeza”, Alberto Olmedo, Johnny Allon... Piezas discordantes para armar el rompecabezas de estos músicos de 25 años. “El asunto es que a mí me gustaban los 80 mientras ocurrían”, objeta Formado con cierto fastidio. “Me gustaba ver la campera colorada de Michael Jackson en la época de Thriller y decir ‘¡qué camperón!’ Pero es todo tan cíclico que ahora volvieron los 80 y, ya está, no sé si me gustan tanto. Pronto vamos a empezar a ser grunge”.
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