CINE MOHO
› Por Mariana Enriquez
Cambió mi vida por completo, y la recuerdo más que a mi maestra de quinto grado –de quien olvidé nombre y rostro–. Mi primera videograbadora. Una Hitachi gris, bastante grande, pero que de ninguna manera podría calificarse de armatoste: un diseño elegante, con una suerte de lengüeta donde se ubicaban los botones de funciones, y un sistema de expulsión del casete muy contundente, sin nada de suspenso (cosa que permitía saber al instante si la cinta se había quedado enganchanda adentro, grandísimo problema de las videos). Me la regalaron para un cumpleaños. Me cambió la vida. Esas películas que hasta entonces sólo podía ver en la reproductora –puaj las reproductoras– ahora podían ser mías gracias a un casete virgen y un cable que unía a ambos aparatos. Los cables no eran tan fáciles de conseguir y muchísimo menos en los años ‘80, pero se encontraban eventualmente. Una vez hechas las conexiones correctamente empecé a armar mi videoteca, copiando las películas del videoclub –la piratería es cosa vieja– o grabando desde la televisión. ¡Ya no estaban atrapadas allí! ¡Y cuando llegó el cable, hasta tenían subtítulos! Recuerdo las primeras gemas conseguidas: Las alas del deseo (un plomo, pero en esa época había que hacer como que a uno le gustaba, y además estaba Nick Cave en toda su gloria juvenil); Angel Heart (qué gloria ver una y otra vez la tremenda escena de sexo entre Lisa Bonet y Mickey Rourke sin tener que pagar); Cuenta conmigo, para enamorarse temprano de River Phoenix. Y videos, claro: en los albores de MTV se podían hacer verdaderos compilados, lástima que la pausa no funcionaba a las mil maravillas y cortaba después, quedaba la cinta temblando, grababa fragmentos de comerciales y separadores.
Toda esa videoteca ya está perdida. Pero no por la llegada del DVD: la perdí antes a manos del moho, de ese hongo blanco que ataca a la cinta y la mata. No sé si le pasa a todo el mundo, si es mi culpa por dejada, si el VHS tiene una vida útil o si guardaba los videos en un lugar húmedo. Cuestión que se pudrieron. Y que muchas películas y videos todavía son irrecuperables. Y el DVD tampoco está tan bueno, salta y pixela y se traba y ya mismo tiene que llegar tecnología superior, no sea cosa que empiece la nostalgia por la cinta tembleque.
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