Dom 16.08.2009
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> SERRANO SEGúN EL AUTODEFINIDO ANDRéS “AUTéNTICO DECADENTE” CALAMARO

Plaza Serrano

› Por Andrés Calamaro

Qué bien que lo dijo Carca en una entrevista que salió publicada la semana pasada: “Al rockero no le importa si le llaman rockero o no. Los rockeros somos así desde hace mucho tiempo. Alguien una vez me dijo que no me hiciese problemas por ese tipo de cosas: los que están de paso, pasan. Nosotros nos quedamos siempre”.

Entre los que somos rock y somos músicos, Jorge Serrano está consagrado. Se quedó para siempre.

Jorge es honesto y seguramente es brutal; Jorge y los Decadentes inventaron la libertad y la alegría, dos acordes que no son los tres acordes del rock’n’roll de Chuck Berry, ni los doce compases del blues, ni son el “two-five” del jazz, ni las armonías de la bossa nova... Y no son antagonistas de ningún género; la libertad y la alegría sí forman parte del rock’n’roll, del blues, del jazz, de la bossa, de la cumbia y el cuarteto, de la chacarera de precordillera, del tango que me hiciste bien, hasta de la vida misma son parte indivisible.

Qué buen “consejo” le dieron a Carca, porque ahora ni hace falta levantar el “culo del asiento” para despotricarnos; para intentar (¡qué cobardía!) desmontar la importancia de una obra o de un obrero, y lo hacen en “nombre del rock”. Volvió el gorilaje musical, el odio a la alegría, el descrédito, la Biblia junto al calefón. Cualquier advenedizo se siente capaz de expulsarte de un estándar de rock que desconoce; por consonante y cumbianchero, por millonario, por Pomelo; serás demasiado ligero, serás reaccionario, serás viejo-choto, pero no “sos rock” porque se le canta el culo-blando a un “abrazafarolas” que ni sabe quién era Willy DeVille, ni “sabe un carajo de The Mothers”.

Alguna vez, hace mucho tiempo, había músicos que pensaban así, pero al revés; entonces no había lugar para Pappo, ni para Luca, ni para Miguel, ni para Federico, ni para La Renga, ni para los Deca, ni para Juanse; porque la corriente era declarar “cuadrado” al rock’n’roll de toda la vida; pero ahora (al derecho y al revés) algo conspira para deformar la cultura y ser más resentidos y tarados. En este contexto aparece Jorge a salvar las papas, como un extraordinaire héroe tranquilo.

Por eso hay que terminar de una vez por todas con macanas y ver a los Decadentes; para que la fiesta te recorra el cuerpo, para acoplarse en una cumbia inteligente, para formar parte de la hinchada nacional del rock del país; por eso y por “peso” estábamos esperando un disco de Serrano; porque los Deca son demasiado democráticos y ya llegaron a la perfección (en donde piensan quedarse), porque el que no quiera reencarnar en un “auténtico decadente” es un amargo que no entendió nada. Porque las canciones de Jorge se escuchan esperando que cante la próxima frase y sorprenderse y reír y pensar; porque Serrano es un héroe distinto, es un líder distinto, porque es único pero es “igual”; porque lo queremos, porque no va a “amurar” a los Deca en un brote místico, porque lo llevamos tatuado en la piel, porque escribió “La guitarra”, por Cucho y por el mar que besa la arena de las playas de Villa Gesell...

¡Viva el Rey Jorge!

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