Domingo, 30 de mayo de 2010 | Hoy
Cuando los Rolling Stones se decidieron a reeditar Exile on Main St., hicieron cosas arriesgadas, sobre todo teniendo en cuenta que son, como grupo, increíblemente reacios a entregar material de archivo e insólitamente pudorosos acerca de sus años más legendarios. En primer lugar se permitieron revolver el pasado, cosa que no les gusta, especialmente a Mick Jagger, que ha hecho un culto del mirar para adelante para evitar –dentro de lo posible: su margen de maniobra es mínimo– el exceso de autoparodia, convertirse en un grupo de covers de sí mismos. En segundo lugar manosearon un álbum legendario cuya leyenda consiste, en parte, en que suena sucio, en que suena mal. “La voz está tan enterrada en la mezcla de ‘Tumbling Dice’, por ejemplo –dice el productor Don Was–, que es ridículo. Ridículo. No hay ningún estándar de grabación que permita una cosa así. Y sin embargo funciona. Y cómo.” Y en tercer lugar incluyeron diez temas nuevos, outtakes y canciones descartadas que completaron cuando hizo falta. Eso incluyó grabar la voz en la mayoría de los nuevos temas, es decir, grabar a Mick Jagger treinta y ocho años después de la edición original. “Intentamos –cuenta Jagger– no usar ningún músico nuevo, usar en lo posible a los que estuvieron entonces. Así que en ‘Plundered my Soul’ le hice grabar la guitarra a Mick Taylor, en Londres.” En esa canción, que es muy buena, muy sensual, con la inconfundible guitarra rítmica de Keith Richards definiendo el sonido stone, Jagger logró parte de su objetivo, logró un empate: suena limpia, con la voz muy clara, ya no más hundida en la mezcla, todos los instrumentos perfectamente diferenciables y con esos extraños ecos ausentes. ¿Es mejor? No. Y eso que Bob Clearmountain “afinó” la voz de Jagger para hacerla parecer más joven (y Jagger sigue siendo un cantante excelente cuando tiene ganas). Pero podría haber sido peor. Incluso hay canciones “nuevas” como “I’m not Signifying” –muy conocida en ediciones pirata– que es tan buena como cualquier tema del disco original. El resto, como las versiones alternativas de “Loving Cup” –más lenta y más country– o “Soul Survivor” –cantada por Richards–, son interesantes, pero definitivamente inferiores a las que terminaron en el disco. Hay que puntualizar algo para no ser injustos: son muy buenas las canciones nuevas. Pero no pueden hacerle frente a “Sweet Virginia”, los maravillosos aires gospel de “Shine a Light”, la efervescencia de “Rip this Joint”, el blues clásico de “Shake your Hips”, la delicia de “Let it Loose” o la versión de Robert Johnson, “Stop Breakin’ Down”. O “Torn and Frayed”, una de las mejores canciones de la historia del rock. ¿O era “Sweet Black Angel”, ese hermoso calipso dedicado a Angela Davis? No hay muchas canciones que puedan compararse a éstas. De modo que a las “nuevas” y a las versiones alternativas no les alcanza. La remezcla del original, por suerte, es elegante, cuida la mística del álbum, es sutil. Algo le quita algo de esa aura, pero no tanto. Exile on Main St. sigue sucio. No gana nada escuchándose mejor. A pesar de que Jagger no entienda por qué tanto escándalo con la obra maestra que él se niega a reconocer como tal. “No comprendo por qué fans y críticos son tan unánimes. Les gusta la amplitud, los diferentes estilos, dicen que ninguna banda pudo jamás abarcar con tanta maestría todos los géneros de la música norteamericana... Les gustan los detalles raros, el sonido crudo... Yo no sé qué es...” Pero su amigo Keith, que lo conoce mejor que nadie, duda de esta ambigüedad. “El es así. Evasivo hasta la locura. Mick nunca va a decirle a nadie la verdad. No considera que nadie merezca conocer lo que él piensa realmente. Duda de que algo sea ‘la verdad’. Yo creo que ya no sabe cuál es la verdad.”
La edición deluxe de Exile on Main St. incluye los 18 temas originales remasterizados, diez canciones nuevas entre outtakes e inéditos –todo producido por Don Was, Jimmy Miller y Jagger-Richards–, un booklet de 64 páginas y un DVD documental, Stones in Exile. En la Argentina se editó el 27 de mayo. También hay una reedición remasterizada en vinilo, pero no será tan fácil de encontrar en las bateas locales.
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