Domingo, 3 de octubre de 2010 | Hoy
Por Ines De Oliveira Cezar
Marzo 2010. Recién llegada del invierno siberiano de Berlín, recibo un llamado de la Secretaria de Cultura para ofrecerme la dirección de uno de los cortos. Me dicen que tiene que estar listo para principios de abril. Digo que lo voy a pensar, creo que la respuesta será un no rotundo, me amedrenta la falta de tiempo.
Esa noche sueño. La Argentina podría ser una mujer joven. Me despierto pensando en Pilar Gamboa. Este corto tiene que tener la forma de una crónica, Pilar es la actriz perfecta, lo lleva “en la sangre”. Filmamos ya, la semana que viene. Tengo que escribir el guión.
Pienso en nuestra juventud como argentinos, apenas 200 años. Eso tiene algo positivo, festejable. Pienso en los jóvenes de 1810 reunidos en la Plaza, queriendo “saber de qué se trata” e inevitablemente pienso en los extranjeros, que allí y entonces fueron el entorno necesario para la expresión y el deseo de independencia. ¿Cómo contar nuestra juventud? ¿Cómo contar la función de los extranjeros en el proceso de construcción de nuestra identidad? Pienso en las culturas milenarias, en China. Me contacto con mi hermano, experto en cultura oriental y viajero intrépido, y le propongo que colabore en un research para las crónicas del guión. Terminamos incorporando una selección de textos de los viajes de Marco Polo que se refieren a la mujer, siguiendo la imagen que se presentó en mi sueño como una Argentina posible. Busco crónicas de historiadores del 1800 donde se habla de la mujer en el Río de la Plata y de los extranjeros. Trazamos un mapa que va de 1200 a 2010. Pienso en el tema del trabajo, uno de los puntos preocupantes para nuestros jóvenes que buscan la forma de independizarse. Pienso que la historia no es un salto al abismo sino la repetición de situaciones alteradas, adaptadas, modificadas. Pienso en nuestra Argentina hoy, en la globalización. La cultura oriental y sus mercancías, que el veneciano Marco Polo jamás imaginó que llegarían a estas tierras, forman parte de nuestra trama social y económica. Un paseo por el Barrio Chino es suficiente para que estas ideas tomen consistencia. Empezamos a delinear una ruta para las locaciones: la estación de tren, los vendedores ambulantes, el Barrio Chino, la ciudad de noche, las casas de las jóvenes argentinas que buscan trabajo y estudian mientras viven el momento único de la juventud y la búsqueda de identidad.
La propuesta de la Secretaría de Cultura fue un desafío. No se me impuso ninguna premisa, sólo la idea de que el material dialogara de alguna forma con nuestro Bicentenario.
Podría haber sido cualquier otra historia, pero esto fue lo que soñé. Mi inconsciente, Pilar Gamboa y un equipo invaluable colaboraron para que se materialice el corto Guillermina P. en tiempo record.
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