Domingo, 4 de marzo de 2012 | Hoy
> EL LIBRO DE 2005 EN EL QUE ESTá BASADA LA PELíCULA, PUBLICADO EN LA ARGENTINA EL AñO PASADO
Por Rodrigo Fresán
Hay libros que dejan bien claras sus acciones e intenciones ya desde el primer párrafo. Drive de James Sallis es uno de ellos. A saber: “Un rato después, sentado y con la espalda apoyada en la pared de un Motel 6, en la salida norte de Phoenix, contemplando el charco de sangre que avanzaba hacia él, Driver se preguntaría si no había cometido un grave error. Más tarde aún, ya no habría ninguna duda”.
Y, sí, entendido: color noir y no muchas páginas para contar una historia sencilla, pero no por eso simple –el derrumbe de una traición y la construcción de una venganza– con cierta inesperada complejidad dentro de lo que generalmente ofrece un género donde, paradójicamente, suele exigirse claridad para narrar lo oscuro. Así, la trama enroscándose sobre sí misma, alterado el orden cronológico, deteniéndose en flashbacks lejanos, viajando sin mapa ni GPS para ofrecernos información sobre el héroe de la cuestión.
Y eso es lo más interesante de Drive: la figura de Driver, hombre con apellido de profesión. Legendario conductor de automóviles para escenas de riesgo en películas clase B durante el día y chofer perfecto e inalcanzable al servicio y sueldo de ladrones. Un ser partido por la mitad. De ello, plantadas a lo largo de Driver casi como microrrelatos de realismo sucio, dan cuenta unas postales de su dura infancia con padre bestial (admirable ese capítulo en que su madre rompe en llanto frente a una mesa que ha comprado por catálogo) y varios despachos desde un presente de tugurios crepusculares, sabrosos restaurantes de comida étnica, canciones en la radio, o encandiladores sets de filmación donde el tiempo parece no pasar.
Y los nombres que más han saltado en reseñas a la hora de emparentar a Drive han sido el del ya icónico pulp Jim Thompson, o del clásico moderno Jean-Patrick Manchette, o hasta del existencialista Albert Camus. Pero en realidad a quien aquí más y mejor evoca Sallis es a ese maestro en el dibujo de perdedores que fue David Goodis. En este sentido, Drive es casi un Disparen sobre el conductor.
Queda claro que este escritor nacido en Arkansas en 1944 conoce perfectamente las piezas a mezclar para volver a ensamblar del género. Pero no se queda ahí. Sallis ha cultivado también la ciencia-ficción y el jazz y el ensayo y la poesía y, de un modo u otro, todo eso asoma la cabeza en Drive. Abundan los guiños explícitos o encubiertos a Theodore Sturgeon, a John Ford, a Nathanael West, a J.G. Ballard, a los hermanos Coen (hay momentos en que Sallis sólo parece desear que el dúo le filme la novela) y hasta a Jorge Luis Borges.
Lo que le falta a Drive –y éste es su único, pero decisivo defecto– es algo de ligereza en el mejor sentido de la palabra. Esta carencia es lo que hace de Drive algo que, de tan tuneada, parece por tramos involuntariamente paródica y difícil de maniobrar. Es ahí cuando Driver suena demasiado –piloto automático con sus palabras contadas, con su constante relampagueo de one-liners ingeniosos y secos y duros– a uno de esos cowboys de aire mítico que Clint Eastwood compuso para Sergio Leone. Es decir: un pastiche de un pastiche más espeso que denso.
Y al final todo acaba en película: el cierre de Drive nos adelanta que su amigo, el guionista Manny Tilden, “convirtió su vida en una película”. Pero antes de eso se nos advierte también (y en abril aparecerá en EE.UU. una segunda parte, Driven, que también publicará RBA en castellano) que “hubieron otras muertes, otros cuerpos”. Nada cuesta imaginarnos entonces a Driver acelerando a suerte de vigilante justiciero que, esperemos, no se estropee por derramar más sangre que aceite. Y que aprenda a sonreír. Un poco. Porque, la verdad, lo prefiero al hombre como stunt driver en escenas de choques y explosiones que como getaway driver acosado por gangsters y policías.
La adaptación cinematográfica de Drive no lleva el sello de los Coen. Pero fue dirigida en 2011 con encomiable pericia al volante por el danés Nicolas Winding Refn con el actor de moda Ryan Gosling.
A pocos meses de su estreno, Winding Refn se llevó la Palma al Mejor Director en el último Cannes y su Drive ya es considerado film de culto.
Y es que los cultos van cada vez más rápido.
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