La voz de Ginastera
Por D.F.
Stefan Lano, director de orquesta y responsable de conducir la intrincadísima música en la próxima puesta de Bomarzo, reivindica para la partitura el protagonismo que le disputó la imbecilidad de un dictador. “Es que además de todo están las notas”, replica. “Nadie repara en las discusiones que puede haber habido en su época con Fidelio o Cosi fan tutte. Son sólo Fidelio y Cosi fan tutte, y yo espero que Bomarzo sea sólo Bomarzo.”
Usted ha dirigido otras obras de Ginastera. ¿Qué rasgos estilísticos distintivos encuentra en esta ópera?
–También he tocado su primera Sonata para piano. Es un autor que conozco bastante y que en Bomarzo, en cierto sentido, da un giro imprevisto. Abandona todo rasgo de folklorismo. Es un cambio muy grande respecto de sus Canciones populares argentinas, por ejemplo. Aquí me parece que intentó ponerse a la moda. A veces me pregunto si ésta es de verdad la voz personal que todo el mundo admira.
¿Es posible que esa voz personal persista en otros rasgos más ocultos, en la forma de instrumentar, en lo formal?
–Algo de eso hay. Y también hay cuestiones rítmicas que aparecen incluso en sus tres óperas, que están casi fuera de su estilo más característico. Y la escritura para percusión, desde ya.
¿Cuál es, para usted, la dificultad mayor de una partitura como la de “Bomarzo”?
–Que no ofrece respiros. Es necesario mantener la concentración permanentemente. No hay momentos en los que los cantantes o la orquesta puedan relajarse, como en Wozzeck de Alban Berg, por ejemplo, que tiene secciones enteras de gran lirismo. Aquí es difícil encontrarlo, pero el lirismo está. De todos modos, Bomarzo tiene momentos maravillosos, y el efecto que produce el texto junto a la música es formidable. Sólo que es difícil, porque la orquestación hace difícil que se escuchen las voces, así que hay que trabajar todo el tiempo, salvo en los interludios orquestales, muy a media máquina. Lo que sucede es que, como pasa muchas veces, a mayor dificultad, mayor desafío y, también, mayor atractivo.