Bailando con Lartigue
Por ENRIQUE VILA-MATAS (Desde Barcelona)
Si un libro me ha traído fortuna literaria, éste sin duda es Historia abreviada de la literatura portátil, publicado en 1985, con una foto de Lartigue en la portada: Gran Prix Automobile, La Beule 1929. Me resulta imposible disociar ese libro de la fotografía de la portada. Fue Herralde, el editor, quien la colocó ahí y, por circunstancias de la época (yo en aquellos días me pasaba todo el día bailando), la colocó sin consultarme. De modo que mi sorpresa –agradable– al ver esa foto en la portada de mi libro fue para mí –y creo que exclusivamente para mí– inolvidable. Eso sí, seguí bailando. Herralde la debió elegir, entre otras cosas, por la fecha de 1929, pues la conspiración portátil pertenece a los años ‘20. Lo cierto es que, de forma no deliberada y más bien intuitiva, mis portadas pasaron a ser todas en blanco y negro y todas de Lartigue o bien de August Sander. El blanco y negro de las portadas de mis libros en Anagrama ha acabado por constituir un sello de diferencia. No puedo recordar más que con una gran sonrisa la crítica feroz que me llegó de México el día en que publiqué Extraña forma de vida con un cuadro multicolor bastante horrendo de un italiano que no recuerdo y que Herralde y yo colocamos a última hora por un problema de prisas (yo seguía bailando) y por no haber encontrado nada de Lartigue que nos pareciera adecuado. La crítica del crítico mexicano atribuía al editor (cuando yo tenía la misma culpa en el error) el incalificable hecho de que la portada del libro no fuera ni de Lartigue ni en blanco y negro. Hoy en día ese crítico se dedica sólo a la crítica de portadas. En cuanto a mí, sigo escribiendo libros, pero ya ni por casualidad se me ocurre prescindir de la foto en blanco y negro para la portada de mis bailarines –es un decir– libros.