Las fotos en las que estoy junto a Charly García y Luis Alberto Spinetta las hicimos en 1984, en el estudio de Jorge Fisbein, para una muestra que hice en el Centro Cultural Recoleta, llamada Travesía. Tuve el privilegio de juntarlos para las fotos porque los amaba y ellos me querían a mí. Y además éramos todos jóvenes y talentosos y entusiastas. Fue tremendo porque la sesión se realizó de mañana y los dos estuvieron ahí, impecables. ¡La que estaba con resaca era yo, que los había convocado! No recuerdo mucho cómo fue que llegué a conocer a Spinetta, pero nos admirábamos mutuamente. Aunque era una persona muy reservada, recuerdo haber ido a comer sushi a su casa, cuando estaba casado con la madre de sus hijos. El sushi por entonces era un plato muy extravagante, pero Luis lo preparaba muy bien. Yo hice para él las fotos del programa de la presentación de su disco Madre en años luz, y también un video poco después del último BaRock, del tema “Maribel se durmió”. También lo incluí en una serie de retratos que produje durante un año para la revista 7 Días, con la gente que yo eligiese. Fue el único trabajo con relación de dependencia que tuve, en el que hicimos cosas alucinantes, con gente como Paco Jaumandreu o Lorena Paola, a la que retratamos con chanchitos de verdad. Trabajé siempre con María Moreno en los textos y varios fotógrafos, entre ellos Eduardo Martí, que fue el que retrató a Spinetta envuelto en una sábana. Un delirio increíble. La cara de Spinetta siempre me pareció sensible y hermosa, era como un dibujo. Daban ganas de fotografiarlo. O de dibujarlo.