Domingo, 28 de octubre de 2012 | Hoy
Por Marcelo Figueras
Una de mis escenas favoritas del canon bondiano es, lo admito, una muy poco ad hoc: en ella no hay violencia ni acción ni tampoco sexo. Ocurre al promediar Casino Royale (2006), y en un setting más bien hitchcockiano: el vagón comedor de un tren de alta velocidad que se dirige a Montenegro. Allí Bond conoce a Vesper Lynd (Eva Green), la encargada de financiar la partida de naipes con la cual Bond arruinará al villano. Eso es lo que inspira la frase con que Vesper se presenta: I’m the money. Pero la expresión puede ser interpretada de modos que exceden al literal, y por eso Bond replica que, a juzgar por lo que está a la vista, ella parece valer cada penique de ese dinero.
Lo que sigue es un intercambio de estocadas verbales digno del Hollywood de la Era Dorada. Bond se mofa del nombre de la muchacha, sin entender aún qué significará para él. (Vesper significa, entre otras cosas, vísperas, y la primera vez que Bond lo menciona está precisamente en la antesala de su único enamoramiento.) Cuando ella le pide precisiones respecto del bluffing en el poker, Bond, que pronto remarcará cuán masculino es el atuendo de Lynd, responde: “Uno lee (o juega con, dado que el verbo que usa es to play) al tipo que tiene del otro lado”... como de hecho Bond tiene a Lynd, sentada más allá de la mesa. A continuación ella juega el juego, “leyendo” las características personales de Bond y enrostrándole que concibe a las mujeres como placeres desechables. Y para rematar le dice, como si Bond mismo no pudiese ser más que un placer de esa clase, que tiene un culito “perfectamente formado”.
La frase que Vesper no dice, pero queda flotando, es: “Bienvenido al siglo XXI, Mr. Bond”.
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