Encuentro cercano del tercer tipo
Por P.V.
Si este recuadro fuera publicado en Selecciones del Readers’ Digest, habría debido titularse “Yo entrevisté a Bernie Ecclestone”.
Y es cierto. Sucedió en 1994, en Interlagos, San Pablo, antes del Grand Prix de Brasil de ese año. El inglés había pasado rasante por Buenos Aires negociando el regreso de la F-1 a la Argentina, y como yo ya estaba en Brasil cubriendo la carrera para El Gráfico, me pidieron algo especial con el inglés. “Producilo, ponelo delante de algún coche”, una cosa insólita e imposible de lograr.
Pero el sábado previo a la carrera, acertó a pasar por delante de mi escritorio en la sala de prensa, siguiendo al prefeito de Sao Paulo, Paulo Maluf: se metieron en la sala de conferencias, seguramente para discutir informalmente los términos de una renovación de contrato. La carrera la organizaba Ecclestone, pero la ciudad pagaba las cuentas.
Con un ejemplar de la revista en la mano, me mandé detrás. Aunque trabajaba para otra revista, el recordado Juano Fernández me hizo la gauchada de seguirme con su cámara para conseguir la foto.
¿Interrumpir a Ecclestone? Cualquiera en la Fórmula 1 habría temblado. Pero yo le temía más a los Vigil Boys, así que me zambullí (como Mosley en la mesa de Balestre) y los interrumpí. Cuando le dije, mirando para abajo, que era argentino, capté toda la atención de Ecclestone, que estaba muy interesado en volver a hacer negocios en Buenos Aires. Me sorprendió su voz sedosa, suave, su very british pronunciación. Respondió todo lo que le interesaba responder (pero no todo lo que le pregunté), se dejó sacar la foto leyendo la revista, y hasta me tiró un título para el reportaje, que me servía tanto a él como a mí: “La Fórmula 1 necesita de la Argentina”. Lo cual, como quedó probado desde 1998 en adelante, cuando nos quedamos sin Grand Prix, era absoluta mentira. Pero que a él le sirvió para llevarse más de 30 millones de dólares entre 1995 y ese año.
Siempre el beneficio.