Domingo, 8 de diciembre de 2013 | Hoy
“Si hubiese hecho lo mismo que hice en Shenzhen, destacar sólo lo raro de vivir ahí y cómo me divertí con mis amigos, hubiese sido un libro horrible. Por suerte decidí incorporar un aspecto periodístico, usando todo lo que leí antes de viajar a Corea del Norte, porque sabía que una vez ahí iba a ser todo propaganda. El contraste entre lo que aprendí y lo que efectivamente vi en Pyongyang es la clave del libro. También haber llevado 1984, de George Orwell, que le regalé a uno de mis intérpretes y me lo devolvió asustado. De hecho, con un amigo de Francia con el que coincidí en Pyongyang nos divertimos mucho a costa de los coreanos, no puse todo lo que hicimos en el libro. ¿Qué puedo decir? Eramos jóvenes y estábamos aburridos en un lugar extraño. Gracias al éxito que tuvo Pyongyang, Shenzhen también se empezó a vender.”
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