Como de la familia
Por Martin Scorsese
Es como si Bob y yo siempre nos estuviésemos citando en un hotel a escondidas. Dicho así suena difícil de comprender. Generalmente me llama por teléfono y me cuenta lo que está haciendo. Me pida que lea un guión. Y tenemos reuniones para discutirlo. La última vez que me convenció de hacer algo fue con Cabo de miedo. Después yo lo convencí de hacer Casino. Y quería que trabajara en Pandillas de Nueva York, es decir, habíamos hablado de ello durante años. Me había dado una y otra vez sus opiniones sobre el proyecto. Era una idea en constante transformación y desarrollo. Lo último que me pidió que hiciéramos juntos fue Analízame, pero la verdad es que no era algo que me diera ganas de hacer. Leí el guión tres veces y fui a uno de los ensayos con actores, pero al final decidí que yo no era el director para esa película. Así son las cosas: nos juntamos una vez por año, o año y medio. Y la última vez fue por Pandillas de Nueva York. Me explicó que tenía ganas de hacer otras cosas, que no lo sentía como algo suyo. Así que jamás doy por descontado que va a aceptar alguna de mis ofertas. Jamás lo presionaría. Puede decirse que nuestra relación ha ido cambiando con el tiempo. Ahora es como si fuera un miembro más de la familia, una de esas personas que conoces desde los buenos, viejos tiempos. Y, si me lo preguntan, puedo asegurar que la mejor interpretación de Bob es la que hizo para El Rey de la comedia. El guión me lo trajo él. Estaba obsesionado con el entonces reciente asesinato de Lennon y el atentado contra Reagan. Yo no la pasé bien filmándola. Yo estaba mal. Filmamos cinco meses, mucho material, no tenía la menor idea de cómo compaginarla. Y venía de fracasar económicamente con New York, New York y con Toro Salvaje... Pero Bob nunca estuvo mejor. En todas sus otras películas, de un modo u otro, Bob siempre se ha escudado en sus personjes. Pero en El Rey de la comedia está completamente desprotegido, expuesto. Ningún actor ha ido más lejos.
Nota madre
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