"Los centros clandestinos de detención deben conservarse tal como eran, no se pueden blanquear sus paredes o pintar cuadros, porque se pierden las leyendas escritas en sus paredes, es decir la memoria del lugar. Tampoco están para hacer una fiesta, poner música y hasta brindar. Es un lugar de recogimiento, no para hacer una 'joda', como dicen que se hizo". Las definiciones como sentencias salen de la boca de Darwinia Gallicchio, fundadora de Madres y Abuelas de la Plaza 25 de Mayo, quien con sus 82 años no se amilana ante el desafío de discutir qué hacer hoy con un lugar emblemático: la ex sede del Servicio de Informaciones de la policía en San Lorenzo y Dorrego, cuyo funcionamiento se ha convertido en el eje de una polémica, iniciada la última semana por Hugo Papalardo, del Colectivo de ex Presos Políticos y Sobrevivientes, que fue echado del lugar. Una polémica que ya ha llegado a la ronda de los jueves en la Plaza, en la que según Darwinia, "hay gente que nos hace planteos tan impertinentes, que me hacen llorar".

--¿Cómo se ha discutido el proyecto del Centro Popular de la Memoria?

--En realidad recién ahora se ha empezado a discutir, y es una cosa ya más directa, pero hay gente que está apañando cosas que no nos gustan, como que se cambien cosas. Esto ya se lo dije a (Jorge) Obeid. El Centro tiene que conservar su estado primitivo, es decir como cuando los chicos permanecieron ahí torturados y demás. Cambiar no. Hay que mantenerlos limpios, resguardados, cuidados, eso es lógico. Hay que conservar la memoria que es lo más importante.

--Tal como está hoy el Centro Popular de la Memoria, ¿cumple el objetivo de resguardar la Memoria?

--En realidad ningún Centro de la Memoria cumple sus objetivos si ha habido cambios en su interior. Me gustaría que todo quede como fue, para que todos pudieran visitarlo y saber lo que pasaron nuestros hijos. Creo que le gustaría a mucha gente y a los organismos, siempre y cuando podamos opinar. Todos los organismos tienen derecho a opinar plenamente y todos coincidimos en que tiene que ser un lugar para la Memoria, y es sobre lo que más insistimos.

--¿Qué rol debería jugar el Estado provincial en el Centro?

--Nosotros tenemos la gran esperanza en el Estado. Pienso que el gobernador se va a ocupar directamente de nuestro pedido, y no quiero que me decepcione (Hermes) Binner. A él le pedimos que se preserven estos centros de detención tal como estaban.

--¿El Centro Popular de la Memoria es un sitio adecuado para hacer una fiesta?

--No, estoy totalmente en contra de eso, y se lo dije al gobernador, estoy totalmente en contra porque es un lugar de recogimiento, de respeto. No se puede estar haciendo una "joda" en ese lugar. Dicen que hubo una fiesta con música y un brindis, algo que me parece un hecho gravísimo y una falta de respeto total.

--¿Siente que se ha ido más gente del Centro que la que se ha sumado?

--Sí, porque no están conformes con el funcionamiento. Y me encantaría convocarlos. Hablo de algunas Madres, de Hugo Papalardo, de Osvaldo Turco, de Osvaldo Foresi, es decir las víctimas directas, algunas de los cuales fueron expulsadas como los ex presos.

--¿Qué está pasando en la Plaza, en la ronda de los jueves?

--Me siento muy feliz en la Plaza cuando veo que las otras Madres piensan como yo, que rendimos con nuestra actitud un homenaje a nuestros hijos, que hablamos de la memoria. Pero también me decepcionan algunos que son indiferentes o interesados en impartir otras ideas, ahí me aflojo. Hay intereses personales, impertinencias también, gente que te hace reclamos que son injustos, y que no deberían hacerlos... me dan ganas de llorar. Y lloro de pena porque me pregunto cómo puede ser que un lugar así tan sagrado como la Plaza, tan hermoso, no lo interpreten así.

--¿Qué otras cosas se han llevado a la Plaza en los últimos tiempos, que no tienen que ver con la esencia misma de las Madres y Abuelas?

--Se han llevado, por ejemplo, actitudes como las de criticar a los que no han venido antes. También se ha metido gente que no son ni Madres ni Abuelas que opinan en forma agraviante, e injusta, cuando deberían pensar que pusimos todo lo que teníamos para pelear, hasta exponer nuestras vidas. La Plaza debería ser un cántico, un homenaje a eso que perdimos. Y hoy no lo es. Espero verla así algún día.