Domingo, 30 de septiembre de 2012 | Hoy
SANTA FE › PIDEN SEñALIZAR COMO "SITIO DE LA MEMORIA" EL CUARTEL DE LOS PUMAS EN SANTA FELICIA
El Concejo municipal de Vera solicitó al ministro de Justicia, Juan Lewis, que se haga visible ese lugar "emblemático" donde funcionó un centro clandestino de la última dictadura por el que pasaron decenas de detenidos del norte provincial.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
El Concejo Municipal de la ciudad de Vera solicitó al ministro de Justicia, Juan Lewis y al secretario de Derechos Humanos de la provincia, Horacio Coutaz, que el cuartel de la guardia rural Los Pumas, en Santa Felicia, sea señalizado como "sitio de la memoria", donde funcionó un centro clandestino de la dictadura. "Será un acto de verdad y justicia y un homenaje a las víctimas del terrorismo de estado", dice la minuta aprobada por unanimidad ante una iniciativa del periodista Marcelo Manzatto. El lugar es emblemático. Un pueblo forestal de 47 hectáreas, convertido en campo de una fuerza paramilitar que llegó a fortificarlo con líneas de garitas y hasta una zona de minas antipersonales -según confesó uno de los represores investigados por delitos de lesa humanidad-. Y por donde pasaron decenas de detenidos políticos de Vera, La Gallareta, Avellaneda, El Carmen, Moussy, Villa Ocampo, La Sarita y otras poblaciones del norte que en 2006 reconocieron ante la justicia las celdas de cautiverio, interrogatorios y tormentos.
"Está probado que el destacamento de la guardia rural Los Pumas funcionó como centro clandestino de detención y tortura de personas", dijo la Cámara Federal de Resistencia, en uno de sus fallos. La investigación se inició en 2005, en el Juzgado Federal de Reconquista --conocida como causa 050- que logró reconstruir el mapa de la represión en el norte de la provincia y el circuito clandestino que recorrían las víctimas: la III Brigada Aérea, el cuartel de Santa Felicia y las jefaturas de policías de Reconquista, Vera y Tostado. El juicio a los siete represores detenidos en la causa: dos ex oficiales de la Fuerza Aérea, y cinco policías, comenzará el 19 de noviembre en el Tribunal Oral de Santa Fe. El octavo era uno de los jefes de la guardia rural, Héctor Aglieri, fallecido en 2011, que confesó cómo eran los operativos, quiénes integraban los grupos de tareas y describió --hasta con detalles- los sectores y movimientos del cuartel.
La señalización del campo de Santa Felicia será un "hecho trascendente para la historia argentina y sobre todo para nuestra historia local", dice la resolución del Concejo de Vera remitida al ministro de Justicia y al secretario de Derechos Humanos. "Es necesario recordar que en dicho lugar funcionó un centro clandestino de detención, en homenaje a las victimas del terrorismo de estado, por la memoria, la verdad y la justicia, para que las futuras generaciones encuentren un sitio de referencia de aquellos años", agregó. Dos copias fueron despachadas al intendente de Vera, Reynaldo Fabrroni y al senador del departamento, Hugo Pucheta.
El juez federal de Reconquista, Aldo Alurralde, acreditó el martirio de las víctimas de Santa Felicia. "Por el solo hecho de ingresar a dicho campo y en función de un accionar sistemático y general que se cumplía en todos los casos, eran objeto de golpes, amenazas, tabicamientos, distintas formas de tormentos, aplicación de picana eléctrica, condiciones de salud e higiene inaceptables, aislamientos, y otras formas graves de padecimiento físico y psíquico. Todo ello con la finalidad de obtener información contra su voluntad, lo cual permite encuadrar las acciones en el tipo penal de tormentos", dijo el magistrado. Después, seguían los trasladados a Reconquista o Santa Fe.
Una pieza clave en la causa es la confesión de Aglieri, quien describió cómo operaba la fuerza de tareas. "Santa Felicia era un pueblo forestal de 47 hectáreas, donde había una antigua fabrica de tanino. Los edificios estaban separados por distancias de hasta 150 y 400 metros, entre la guardia y la jefatura. En 1975 o 1976, la policía de Rosario descubrió en un operativo planos de un copamiento del cuartel de Santa Felicia. Entonces, se reforzó la guardia con 25 hombres y se dividió el campo en tres sectores. En el primero, estaba la entrada principal y judicial y una parte de logística. En el segundo, la jefatura, los departamentos de informaciones (inteligencia) y personal, el casino de oficiales, una enfermería y una escuela primaria en la zona noreste. Y en el tercero, el más grande, la residencia del jefe de unidad, administración y finanzas, depósito de combustibles (con dos surtidores y tanques de dos mil litros), el casino de suboficiales y otra parte de logística y zona de armas", relató Aglieri. "El cuartel estaba rodeado por seis garitas, un alambrado perimetral con luces hacia fuera y en un tiempo, se habían colocado minas en la zona este".
"Yo tenía la misión de cuidar la sala de armas y el depósito de combustibles, con ochos hombres que estaban de retén, debía permanecer en el casino de suboficiales que quedaba a 70 metros de la sala de armas. Y después, cada dos horas, hacer un recorrido por toda la zona. Estábamos equipados con un sistema de radio, por el que a veces nos enterábamos de algunas cosas, por ejemplo, si se habían presentado hábeas corpus o si alguien venía a hablar con el jefe de la unidad". Aglieri dijo que la residencia del jefe tenía una entrada de vehículos independiente, por la zona norte, alejada de la guardia y rodeada por un cerco de ligustros de dos metros de alto. "A veces, entraban vehículos y sólo se le veían las luces", relató.
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