Domingo, 30 de septiembre de 2012 | Hoy
CIUDAD › EL MINISTRO DE SEGURIDAD RAúL LAMBERTO ANALIZA MODIFICACIONES EN LA CúPULA POLICIAL
Cuando el gobernador retorne de Estados Unidos, en una semana, habrá una movida, previa revisión de la conducta y el accionar de los jefes policiales em el conflicto focalizado en el Comando Radioeléctrico. Desafíos del ministro.
Por Pablo Feldman
El gobernador Antonio Bonfatti parte esta semana a los Estados Unidos acompañado del Ministro de Hacienda Angel Sciara. Por esa razón es que los cambios en la cúpula policial se verán demorados hasta su regreso. Ese lapso -que no irá mas allá de una semana- le servirá al ministro de Seguridad Raul Lamberto para determinar los alcances de la movida, previa revisión de la conducta y el accionar de los jefes policiales antes, durante y después del conflicto focalizado en el Comando Radioeléctrico. "Desde ya que no puede seguir todo como está, no es lo mismo que haya habido un autoacuartelamiento que si no lo hubiera habido", dijo a este medio una alta fuente del gobierno. Y lógicamente, esa situacion derivará en el pase a retiro de algunos de los comisarios que integran la cúpula y desde ya el sumario de un puñado de agentes que protagonizaron la protesta del jueves y viernes pasados.
Las reuniones al más alto nivel de la administración provincial contaron con la presencia de los jefes de provincia y el Jefe de la Unidad regional 2, por lo cual es poco probable que alguno de ellos caiga en desgracia, lo mismo que el comisario Sergio Vergara, que mantiene un fuerte ascendiente en las agrupaciones que comanda, en especial la Guardia de Infantería que "subrrogó" la ausencia de patrullero durante el paro de los agentes.
El comisario Walter Miranda, jefe de Rosario, recibió el respaldo de la cartera de seguridad en la convicción de que su jefatura se puso de manifiesto a través del apoyo de todos y cada uno de los jefes seccionales en momentos en que se dudaba acerca de la proyección del conflicto que se circunscribió finalmente al sector del comando y por razones salariales y laborales más que por otro tipo de cuestionamientos que aparecieron en las puertas de Gobernación y de la Jefatura. Allí, el sindicato no reconocido Apropol se hizo presente dando cuenta de otras situaciones que en los últimos meses han estado en la portada de los periódicos. La "mala hora" que atraviesa la policía de Santa Fe en general y de Rosario en particular aparecía como el momento ideal para generar una crisis de mayores proporciones a partir de un reclamo justo -al punto que se retrocedió en la medida-, a través de una metodología inaceptable como es el desconocimiento de la autoridad y el desacato de las órdenes en una institución en donde la verticalidad y la subordinación están implícitas en su naturaleza. Esto lo saben los jefes, el del comando y sus superiores, y más allá de la buena ponderación que hay sobre su capacidad, el costo del conflicto lo pagaran al gobierno -que ya ha recibido críticas fundadas y de las otras- y también algunos uniformados. La presencia del juez Juan Andrés Donnola le permitió al Poder Ejecutivo mantenerse expectante y no aparecer en la escena, pero es obvio que el magistrado antes de constituirse en el lugar de la protesta tomó contacto con los funcionarios del área y "encuadró" la situacion tal como quedo reflejada en el acta que labro. La vuelta atrás de la medida que afectaba la carga laboral de los agentes y el hecho de que no se plegaran a la protesta otros sectores de los uniformados, desinfló la protesta, y le permitirá al gobierno encarar el reordenamiento de la fuerza que va mucho más allá de la protesta de orden salarial.
Los jóvenes agentes necesitan un grado de ejemplaridad que no encuentran en sus jefes, un voz de mando clara y autorizada, y un reconocimiento de la sociedad a la que sirven que demandará tiempo y acciones claras. Durante los últimos años el crecimiento del delito es un dato irrefutable, situación que se da en todos lados pero en mayor proporción en Rosario y Santa Fe. Una de las razones se encuentra en la deficiente gestión de Hermes Binner, quien se conformaba con no tener conflictos con la policía. Al punto que se "olvidaban" de pedirles la declaración jurada a los comisarios que seguían ascendiendo no sólo en la escala jerárquica de la fuerza sino en su nivel de ingresos, en más de un caso de imposible justificación.
La llegada de Bonfatti a la Casa Gris tuvo como impronta un cambio de actitud que se vio comprometida con la salida del gobierno de Leandro Corti -tras el episodio de la mudanza del partido Patronato de Paraná versus Central. El ministro de Seguridad no se fue únicamente por ese entredicho. Hubo otros elementos que tanto él como sus colegas de gestión prefirieron mantener en reserva. La llegada de Lamberto, que dejó la tranquilidad de su banca de diputado, marca a las claras la carencia de expertos en la cuestión y la necesidad de que haya un funcionario honesto y confiable.
Eso al ministro se lo reconocen hasta los mas acérrimos opositores, algunos de los cuales ha aparecido ahora con sus críticas como si el pasado no existiera. Pero con eso no alcanza, y para sacar adelante a la policía es necesario un compromiso profesional que el gobierno intenta restañar. Le toca a Lamberto y a los hombres que ha elegido, en medio de denuncias verosímiles y un clima de desconfianza hacia los uniformados. No parece una tarea sencilla después de tanto tiempo de "hacer la plancha".
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