Lunes, 1 de octubre de 2007 | Hoy
DEPORTES › EL ROJINEGRO VENCIO 1 A O A BOCA, EN EL DEBUT COMO TECNICO DE LOMBARDI
Los leprosos desbordaron al xeneize en el primer tiempo y cerraron sus caminos a Villar en el segundo. Mostró aciertos tácticos del debutante entrenador, que se la jugó con una defensa compuesta por dos juveniles.
1 ÑULS: Villar (7); Mainguyague (6), Schiavi (6), Ré (6), Ansaldi (8); Pablo Pérez (5), Bernardello (6), Donnet (4), Lucero (6); Steinert (6), Salcedo (7). DT: Ricardo Caruso Lombardi.
0 BOCA: Caranta (7); Ibarra (6), Cahais (5), Paletta (5), Krupoviesa (4); Ledesma (5), Banega (4), Cardozo (4); Gracián (4); Boselli (4), Palermo (4). DT: Miguel Russo.
Gol: PT: 12m Salcedo (Ñ).
Cambios: ST: Desde el inicio Alvaro González por Ledesma y Battaglia por Banega (B), 10m Aguilar por Donnet (Ñ), 11m Bueno por Gracián (B), 19m Peralta por Lucero (Ñ) y 31m Da Silva por Steinert (Ñ).
Arbitro: Carlos Maglio
Cancha: Coloso del Parque
Apareció otra actitud, se vio un nuevo fútbol, se lucieron los juveniles del club y reapareció el triunfo. Este es el sucinto balance que dejó el debut de Ricardo Caruso Lombardi como entrenador de Ñuls, ante un Boca que llegaba con pretensiones de puntero y se fue del parque Independencia sin concretar su aspiración. Los leprosos desbordaron al xeneize en el primer tiempo y cerraron sus caminos a Villar en el segundo, mostrando como aciertos tácticos algunas de las ideas imaginadas por el debutante entrenador, que se la jugó con una defensa huérfana de experiencia y compuesta por dos juveniles repetidamente relegados por sus antecesores: Mainguyague y Alsaldi.
El Ñuls de Caruso Lombardi tuvo una entrega física eficiente y pertinaz. Con el fuerte en el sacrificio, el equipo, además, desplegó sus intenciones de protagonismo desparramando en el mediocampo una dinámica de juego que desorientó al medio rival. La dinámica de Lucero por izquierda, pidiendo todas las pelotas y llegando al área rival, y la de Ansaldi por derecha, alimentaban a Salcedo y Steinert, que deambulaban con peligro el área de Caranta.
Sorprendido por las convicciones y las puesta en escena de los locales, Boca se redujo a ser un equipó con libretos unitarios: Boselli por un lado, Palermo por otro, yendo a la búsqueda de uno de los tantos centros que tiró Ibarra.
Por los costados Ñuls abría la defensa de Boca y generaba acciones de riesgos. Así como Ibarra tiraba centros por decantación, a la búsqueda de un golpe del azar, los centros de Lucero y Ansaldi eran producto del andar de todo un equipo, sincronización que quedó sellada en la postal del gol: pelota al aire con zurdazo de Lucero y perfecta ortodoxia de Salcedo para ganarle a los centrales xeneizes y conectar un cabezazo al segundo palo. Acción calcada protagonizó Steinert, pero le anularon el tanto por una supuesta posición adelantada.
No conforme con la diferencia, y decidido a sostener lo hecho hasta allí, con la ventaja Ñuls consolidó su dominio. Caranta le sacó el gol a Pablo Pérez, luego resolvió un remate frontal de Steinert tras precisa acción colectiva y otro cabezazo de Salcedo perdió ante las manos del uno. Sólo con un remate desde afuera del área de Banega, que Villar controló sobre su derecha, Boca pudo agredir al rojinegro. Aunque en el cierre de la primera parte tuvo la más clara, cuando un centro atrás de Krupoviesa cayó en los pies de Boselli, quien ante el uno paraguayo tiró el balón al alambrado.
En algo había fallado Russo. Por eso para el segundo tiempo a los diez minutos el entrenador de Boca agotó los tres cambios. Boca inundó el área de Ñuls de delanteros, como si el problema fuera que no había referentes en el área. Pero el problema de Boca era su ausencia de criterio para jugar con el balón. Gracían, Cardozo y Ledesma no pudieron zurcir una acción de tres toques. Y menos cuando el equipo quedó en cancha con Boselli, Palermo y Bueno rondando el área menor.
Con un Villar revoleando los puños para rechazar uno y otro centro, Ansaldi resolvieron cuanto problema le pasara cerca, y Schiavi y Ré sin fisuras para coordinar y marcar, los rojinegros se aferraron a su arco, quizá motivados por sus impostergables urgencias estadísticas. El cierre estuvo cargado de tensión, aunque eso no hizo más que agudizar el grito del final.
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