Todos pugnaban por estar cerca de él. Los hinchas clamaban su aparición en la vía pública con sostenidos cánticos, los dirigentes de Central y Ñuls, en cambio, se codeaban para entregarle presentes institucionales, la televisión de Buenos Aires montó móviles en vivo y los empleados del hotel se martirizaban al reprimir deseos por su compromiso laboral. Diego Armando Maradona volvió a la ciudad, en esta oportunidad en su carácter de entrenador de la Selección Nacional, ocupación que lo llevó a reconocer las instalaciones del Gigante de Arroyito, donde el 5 de septiembre Argentina recibirá a Brasil por Eliminatorias: "El Gigante está bárbaro. Sólo falta cortar el césped para que los chiquitos vayan más rápidos que los grandes", concluyó el astro del fútbol argentino en conferencia de prensa.

Su llegada a la ciudad se produjo con dos horas de retraso. Se lo esperaba a las 15, pero arribó cerca de las 17 al Gigante de Arroyito, donde recorrió instalaciones y pisó el césped del estadio. "Felicité a la gente de Central porque el estadio está espectacular. Los vestuarios no están terminados, pero van a quedar bárbaros", entregó Maradona como primera impresión de su paso por Arroyito.

La conferencia de prensa se realizó en el hotel cinco estrellas de la ciudad, donde más de un centenar de hinchas leprosos acudieron a las adyacencias para ver al astro. En la sala de prensa, el fervor no era menor. Medio centenar de periodistas y móviles en vivo aguardaban su aparición, la cual hizo con apenas algunos minutos más tarde de lo anunciado. "Lo que quiero decirle es que estamos acá por una decisión de los jugadores y el cuerpo técnico. Buscábamos una alternativa a la cancha de River y elegimos venir a Rosario. Cuando era jugador me gustaba tener bien cerca a la gente, para escuchar todo lo que dicen. Ante Brasil necesitamos tener a la gente cerca y por eso elegimos Central", reconoció Maradona.

"Para ganarle a Brasil necesitamos que todos los hinchas estén unidos", advirtió luego el diez, a fin de postergar, al menos por una noche, las rivalidades entre canayas y leprosos. "El 5 de setiembre no juegan Central y Ñuls, juega la Selección, y buscaremos la clasicación al Mundial ante el rival más importante", aclaró.

"Brasil --continuó Maradona-- es un rival poderoso, que nos puede hacer daño. Me preocupa todo de ellos. No debemos dejar que Kaká se encuentre con Robinho y habrá que hacerle una marca estricta a Luis Fabiano. Pero nosotros vamos a tener todo a favor, a la gente muy cerca y eso hará que nuestros jugadores se agranden".

De buen semblante y mejor ánimo, Maradona expresó su satisfacción de que "todos los argentinos puedan ver los partidos", en reflexión entregada a colación de la rescisión del contrato de la AFA con los dueños de los derechos de televisación del fútbol de Primera. "No soy negociante, por eso no me meto en ese tema. Pero me copa y me gusta la idea", asumió el técnico albiceleste.

Al final de la conferencia, los dirigentes de Central le hicieron entrega a Maradona de un retrato de su figura con la camiseta de la Selección junto al Che Guevara y Fito Páez, ambos vestidos con la auriazul, y bajo la leyenda "Los amigos canayas de Diego". Luego el Diez recibió en su habitación a los dirigentes de leprosos, acompañados por el manager Gustavo Dezotti, quien fuera su compañero en el seleccionado que jugó el Mundial de Italia 90. En el encuentro Maradona recibió el carnet de "socio honorífico" y una camiseta de Ñuls, gentileza que devolvió prometiendo su presencia Coloso del Parque para ver al primer equipo rojinegro una vez que la Selección logre la clasificación al Mundial de Sudáfrica. Maradona atendió a todos, menos a los hinchas, que entre canto y canto aún sostenían la ilusión de su aparición.