No es conveniente que Central indique como máximo responsable de la derrota de ayer al árbitro Delfino, por haber permitido el ingreso al campo de un jugador de San Lorenzo cuando se encontraba cerca de la pelota. Puede ser una falla grave quedarse en esa jugada. El problema del canaya es mucho más complejo, es de fondo y remite a una idea de juego, que definitivamente, no existe. Por ese motivo, cayó ante San Lorenzo sin atenuantes, un equipo con mayor jerarquía, con un concepto más claro de sus posibilidades y virtudes, que no lo sometió pero supo claramente cómo y por dónde atacarlo. Los goles fueron convertidos por Cauteruccio y Villalba, uno en cada tiempo. Russo se retiró expulsado.

Tuvo un buen comienzo Central. Aunque sin elaboración, dispuso de tres situaciones de riesgo en apenas diez minutos. Abreu, dos veces, y Domínguez se generaron sus chances e inquietaron a Torrico, pero lo hicieron producto de acciones individuales. Quedó plasmado que San Lorenzo tenía errores en la marca y que el canaya estaba en condiciones de explotarlas. El equipo de Pizzi demoró unos veinte minutos en acomodarse en la cancha, se tomó todo ese tiempo para leer el partido. Cuando se despertó, lastimó. Romagnoli, con más panorama que sus compañeros, se colocó detrás de los volantes canayas y comenzó a asistir a los atacantes con mucha facilidad. De esa manera, García se convirtió en figura.

Pero la tarea del arquero no bastó para impedir la apertura del marcador. Central retrocedió nuevamente mal en el campo, quedó desacomodado y Cauteruccio completó un golazo. Humilló a Ferrari con un caño y esperó el momento preciso para anotar. Una clase de definición dio el uruguayo, que unos minutos después debió salir lesionado. La tónica no cambió y Villalba casi convierte el segundo, valiéndose de la pobre manera de defender de Central.

Al igual que otros partidos del torneo, el equipo de Russo se empecina en trasladar la pelota, en marcar diferencias por arrestos individuales. Domínguez no tiene socios y no se generan sociedades. De tan abúlico, el canaya culmina en centros sin sentido para el centrodelantero de turno. San Lorenzo, sin ser muy superior, observó las falencias del local, mermó energías por haber jugado el jueves por la Copa Sudamericana y tuvo el mérito de no haberse replegado jamás. Lo controló siempre a Central, no lo dominó nunca, pero lo esperó firme en defensa y lo expuso.

Pero su triunfo nunca peligró. Russo probó con cambiar delanteros, pero la ecuación siguió siendo la misma. El resultado estaba juzgado, hasta que Delfino se ubicó en el centro de la escena. A instancias de sus asesores, le dio permiso para ingresar a Elizari, que aprovechó la acción y le robó la pelota a Peppino para luego asistir a Villalba, que sentenció el juego. El estadio cargó contra el árbitro y Russo se sacó y fue expulsado. Sería un grave error que durante la semana el plantel no reconozca las deudas que tiene con su juego. Primero deberá reconocer sus fallas y luego echar las culpas afuera.

0 Central: García (6); Ferrari (5), Peppino (5), Donatti (5), Delgado (4); Encina (4), Domínguez (5), Ballini (4), Carrizo (4); Niell (4), Abreu (5). DT: Miguel Angel Russo

2 San Lorenzo: Torrico (6); Buffarini (5), Alvarado (6), Gentiletti (5), Kannemann (5); Ortigoza (6), Kalinski (5), Ruiz (5); Romagnoli (6); Elizari (6), Cauteruccio (6). DT: Juan Antonio Pizzi

Goles: PT 26m Cauteruccio (SL) y ST 40m Villalba (SL)

Cambios: PT 31m Villalba (5) por Cauteruccio (SL), ST 9m Medina (4) por Niell (C), 12m Piatti (6) por Romagnoli, 16m Castillejos por Abreu (C), 26m Correa por Ruiz (SL), 31m Fernández por Ballini (C)

Expulsados: ST 43m Russo (C)

Arbitro: Germán Delfino

Cancha: Gigante de Arroyito