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Lunes, 17 de septiembre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. "CORAZONES", EL ULTIMO GRAN FILM DE ALAIN RESNAIS

Historias cotidianas y queribles

Se trata de un film sobre el drama cotidiano de almas
solitarias que, sin embargo, se proponen recorrer cada
acostumbrado camino en busca de un instante de felicidad.

 Por Emilio Bellon

Corazones 9 puntos

("COEURS") Italia-Francia, 2006

Dirección: Alain Resnais

Guión: Jean Michel Ribes

Fotografía: Eric Gautier

Música: Mark Snow

Intérpretes: Sabine Azema, Pierre Arditi, Laura

Morante, Lambert Wilson, Isabelle Carre, André Dussolier.

Duración: 125 minutos.

Salas de estreno: Monumental, Del Siglo, Showcase y Village.

A sus 84, Alain Resnais vuelve a cautivarnos tras una larga ausencia; en este caso, para nosotros, determinada por la negativa de los distribuidores y exhibidores ante sus últimos films. Pero para ser justos podemos señalar que Smoking/ No Smoking y En la boca no solo se conocieron en circuitos de cineclub y en funciones especiales. Y en tal caso habría que pensar que si Corazones hoy tiene circulación por diferentes salas es que su realizador mereció el premio al mejor director en el Festival de Venecia del 2006.

A un año exactamente de aquel más que merecido reconocimiento se ha estrenado aquí, Corazones, un título que se abre -como ya lo marca ese primer acercamiento de la cámara del film- a un espacio de interioridad, a un mundo de hombres y mujeres que sufren la ausencia del amor. Film de personajes, el último film se instala en la cotidianeidad, en un distrito de París, en el barrio de Bercy ﷓según informa las notas de producción﷓, entre la biblioteca nacional, el Sena y la Avenida de France.

Es este el único exterior que presenta el film: el que se muestra, en un movimiento aéreo, en la primera secuencia; el que se capta desde esa nieve que acompaña de manera continua todo el film, transformando cada una de las escenas sobre esos seis personajes, en diferentes historias atrapadas en una caja de cristal.

La sugestiva artificiosidad de cada situación que va saliendo al cruce del otro personaje delata un concepto de representación escénica, que parte de la misma obra original, cuyo autor -Alan Aickbourn-, ya ha motivado al propio Resnais en Smoking/ No Smoking y a Mike Nichols en su film Closer. En Corazones son seis personajes centrales, ligados cada uno a su propia soledad, encerrados en su particular e identificable tristeza. Desde el primer momento, la nieve se asume como protagonista, funciona como un sutil telón de fondo de una escena a otra, encadena, coloca signos de puntuación en la brevedad de cada intervalo, en esas historias de almas quebradas, de personajes que buscan un lugar, un refugio de amor que les proteja con su calidez. En un tono cercano a la comedia, pero que no va más allá de cierto límite y con un sabor agridulce que se reconoce en ciertos momentos, Corazones (uno de los tantos títulos que su director adoptó en último término, tras descartar 103) es un film sobre el drama cotidiano de almas solitarias que, sin embargo, se proponen recorrer cada acostumbrado camino en busca de un instante de felicidad.

Y en tal caso ¿quién es ahora ese otro que está frente a uno, que hace minutos no conocíamos? ¿y por qué no pensar a ese otro desde alguien que puede ayudarnos a construir nuestro propio destino? El film de Resnais abre a interrogantes desde el deambular de sus personajes, que se mueven no tan libremente en el interior de un acuario. La estructura del film delimita la forma de esta figura﷓objeto y a sus criaturas, siempre enmarcadas por una cortina de nieve, están en la espera. Como el personaje de la hermana del agente de la inmobiliaria (Isabelle Carré), quien a través de los anuncios en los periódicos, con una flor roja prendida en el ojal, espera a quien puede a ser su amor, en el interior de un café.

Al ubicarnos frente al afiche, dominado por la blancura de la nieve y el tono festivo y exultante de los personajes, por la composición del mismo, por sus figuras y situaciones, la impresión que podemos llegar a tener es la de estar frente a una historia en la que domina el optimismo y un tan esperado final feliz. Pero si nos acercamos más, vemos que ahí lo que se juega es una cierta idea de igualación entre sus personajes, vestidos en su mayoría de negro, que adoptan un movimiento de baile dentro y fuera de los contornos de un corazón, dibujado en la superficie de la nieve. Nos miran como si de una representación, de una comedia musical se tratara. Se expresan con gestos expansivos sobre la superficie fría e inmóvil en la que está delimitada cada zona, para cada personaje; pero desde un gesto particularmente inmóvil, como si fueran, de alguna manera, estatuas sonrientes o como si la viéramos en una imagen fotográfica.

Seis personajes en busca del amor. Son ellos: aquel agente inmobiliario (André Dussolier) que ya en la primera escena (subrayamos la nomenclatura teatral) le muestra un departamento a una mujer (Laura Morante) que bien podría llegar a ser el hogar para ella y su pareja Dan, rol que interpreta Lambert Wilson, quien a su vez días después buscará un nuevo encuentro. Pero este, a su vez, elegirá como confidente de sus historias, al barman del bar de un hotel (Pierre Arditi), de nombre Lionel, que vive con su padre, un tiránico hombre ya anciano, que deberá ser cuidado por un tercero. Y aquí es cuando sale a escena, en esta historia e interiores, la secretaria de aquel agente inmobiliario, de profundas convicciones religiosas, e igualmente ligada a deseos reprimidos, que la llevan a permitirse algunas sorpresivas licencias. Este rol lo compone Sabine Azema.

Corazones transcurre a lo largo de cuatro días, ya que podemos pensar que cada fundido a negro, a diferencia de las imágenes cortinas con fondo de nieve, marca el pasaje de un día a otro. Todo transcurre entre un martes y un viernes de un febrero del año 2006, en el barrio número 13 de París.

Sus interiores, por momentos, acusan la forma de maqueta y desde estas consideraciones podemos recordar tanto Mi tío de América, como La vida es una novela, ambas del mismo director.

Fue en 1961 cuando Resnais obtuvo el galardón principal en Venecia por la tan polémica y rechazada por parte del público, Hace un año en Marieband. Cuarenta y cinco años después Resnais nos sigue conmoviendo y en este caso, con historias tan cotidianas, tan queribles, como esos personajes que, ahora, ante un nuevo desencanto se disponen a hacer sus valijas. Casi todos ellos presentes en uno de sus films de los noventa; uno de sus más amados: "Yo conozco la canción".

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Todo transcurre entre un martes y un viernes de un febrero del 2006, en un barrio de París.
 
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