Este mes de octubre tendrá una trascendencia especial para la cultura de la ciudad y fundamentalmente para el movimiento de teatro rosarino: La reapertura de La Morada y la inauguración de La Escalera. El martes 16 cerca de las 20.30 en el aséptico entorno de la city bancaria, frente a la sucursal central del Banco de la Nación Argentina, un grupo de clowns alertaba a los transeúntes acerca de un acontecimiento inédito. Un verdadero "ejército de payasos" trepó por los altos de San Martín 771 y vistió de colores e ilusiones un antiguo edificio, devolviendo las esperanzas a los antiguos moradores de La Morada.

Por un instante los recuerdos de Gustavo Di Pinto, responsable directo de aquel emprendimiento que nació en el 2000, se proyectaron hacia el viejo caserón de Buenos Aires 990, lugar original de La Morada y que ocupara por primera vez el Rayo Misterioso. El director y creador del grupo "Esse Est Percipi", volvió a sentir el apoyo de sus colegas ya manifestado por sus nuevos socios, Adrián Giampani, Pablo Fossa y Jorgelina Santambrosio, todos responsables de la reapertura de esta sala.

"Algo se está gestando", murmuraba el actor y director Miguel Franchi mientras ingresaba a la Sala con un nuevo número de El Kortito, que continuaba incendiando con bombardas a los funcionarios de turno. Pocas veces la comunidad teatral participó con tanta fuerza de un proyecto que sintió propio y no de un grupo en particular, la presencia de diferentes teatristas de distinto signo fue la confirmación de esta saludable actitud.

La tarea de reconstrucción del lugar dio sus frutos, el teatro rosarino ha ganado una sala que cuenta con tres ámbitos bien delimitados donde se podrá acceder no sólo a las funciones programadas sino a diferentes talleres y actividades especiales. Uno de los atractivos de la sala principal que albergará cerca de 80 espectadores lo constituye una especie de grada móvil diseñada para diferentes montajes escénicos.

Patio de por medio, otra sala más pequeña permitirá además del dictado de talleres, la posibilidad de puestas en escena más intimistas que requieran una cantidad menor de público.

La fiesta inaugural fue animada por los clowns de "Los payasos muertos" que dirige Adrián Giampani y la actriz Judith Ganón que se vistió de su personaje Eleonora Gotán para animar con humor y canciones la velada.

Los festejos se extendieron toda esta semana con dos Ciclos de teatro: "Alta Morada" a cargo de elencos locales y "Migraciones de Sentido", organizado por la Escuela Provincial de Teatro "Ambrosio Morante".

En un gesto que caracterizó todo el proceso de reconstrucción de la sala,los grupos participantes del Ciclo Alta Morada donaron lo recaudado en sus funciones para colaborar con los trabajos de refacción de el nuevo espacio.

Participaron de esa movida solidaria las obras "El soldado fanfarrón" dirigida por Aldo Pricco, "Hotel Capricornio" con dirección de Federico Tomé, "Como la Gioconda" coordinada por Ricardo Arias, "Naturaleza Muerta" de Juan Hessell, "Los invertidos"dirigida por Rody Bertol, "Historias de los Señores Moc y Poc" de Ana Ciaramella Bellatti y el unipersonal de Salvador Trapani. Este domingo a las 20.30 horas cierran el Ciclo Alta Morada, la obra "Territorio falso" dirigida por Juan Hessel y "Germinal en campaña 2011" de Miguel Franchi.

Por su parte "Migraciones de Sentido" presentó una interesante programación que incluyó a obras provenientes de Capital Federal como "Pequeñas veladas susurradas" y "Réquiem nupcial", de San Luis "Reconstruyendo a B", "Dos mujeres" de Santa Fe y "La Familia Punk" que representó a Tucumán.

Por su parte el Departamento de Producción de la Escuela Provincial de Teatro A. Morante mostró su producción "La velocidad de la razón" con dramaturgia y dirección de Enrique Gabenara.

De esta manera los responsables de La Morada iniciaron un nuevo rumbo que implica el desafío de sostener un espacio enclavado en el corazón de la ciudad.

La noticia de la inauguración de La Morada se transformó en un acontecimiento y en una verdadera fiesta que opacó la falta de desinformación por parte de sus organizadores de una edición más de la Fiesta Provincial de Teatro que aparentemente comenzaba en estos días.

Tanto la reapertura de La Morada como el estreno de la nueva sala de Carlos Romagnoli, La Escalera (ver aparte) parecieran ser signos inequívocos de la revitalización de las viejas enseñanzas de los pioneros del teatro independiente. En aquellos tiempos no existían más apoyos que los que surgían de la voluntad inquebrantable de gente dispuesta a levantar espacios para contribuir a la cultura sin pedir permiso a los administradores de los fondos públicos.