Lunes, 26 de noviembre de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. "BEOWUL, LA LEYENDA" DEL DIRECTOR ROBERT ZEMECKIS
Por Leandro Arteaga
Beowulf. La leyenda 8 puntos
EE.UU., 2007
Dirección: Robert Zemeckis.
Guión: Neil Gaiman, Roger Avary.
Música: Alan Silvestri.
Fotografía: Robert Presley.
Montaje: Jeremiah O'Driscoll.
Intérpretes: Anthony Hopkins, Ray Winstone, Angelina Jolie, John Malkovich, Robin Wright Penn, Crispin Glover.
Duración: 113 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
Leyenda situada en Dinamarca, hacia el siglo VI d.C., que canta tanto la proeza como la trampa en la que cae el heroico Beowulf. Candidato voluntario, con ardor de desafíos inimaginables, protagonista de relatos no muy verosímiles, sabrá enfrentar la ira de Grendel, monstruo que no tolera la alegría de los humanos, y que asola de muerte al castillo del rey Hrothgar.
Los hombres ríen borrachos de aguamiel, cuando el grito desconsolado de Grendel anuncia -no sólo para ellos, también al espectador- una furia incontenible. La fuerza de Grendel aplasta humanos como moscas, mientras sus lamentos vuelven azul el fuego y nos transportan a un mundo de mitos, que Beowulf pretende habitar para volver su nombre inmortal. Por ello el ansia de gloria, de heroísmo, de victoria sobre el monstruo.
Pero lo que está de por medio es, también, la irrupción cristiana. Otro mundo mítico pone en jaque al anterior, provoca su crisis. Beowulf juega, sin saberlo, el papel más difícil, aquel que permite la transición de un mundo de relatos a otro. Los ruegos a Odin comienzan a mezclarse, de a poco, con los rezos al Dios cristiano. Los monstruos tienen sus días contados.
Pero Beowulf, la película, sabrá mantener la ambigüedad necesaria. Y ello porque su guionista, el escritor inglés Neil Gaiman, ama los mitos, y los ha reactualizado desde una tarea maravillosa, llena de premios, por medio de historietas. La más celebre de ellas es Sandman. Le han seguido muchísimas más. Su novela gráfica Stardust conoció una reciente y hermosa traslación al cine, con Michelle Pfeiffer y Robert De Niro. Gaiman es, sin dudas, uno de los artífices que permite que Beowulf sea un film inteligente, de alusiones mítico-religiosas, de celebración a la imaginación.
Es por ello que el héroe de nombre Beowulf no resulta inmaculado -no estamos en presencia del panfleto fascistoide de 300-. Sino que oficia como títere de los designios del destino, mientras deja seducirse por la trampa, mientras el signo poderoso que es la cruz cristiana corroe el entorno de su reino.
El otro responsable de relieve es el director, Robert Zemeckis (Volver al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). Aquí alejado de aquel otro film digital y tedioso que fuera El expreso polar. El Beowulf de Zemeckis es un film de un ritmo que cautiva, con una utilización por momentos aterradora de la banda sonora (los lamentos desgarrados de Grendel son un acierto). Si bien la animación por ordenador sigue resultando, a veces, poco convincente, en Beowulf esto es rápidamente superado, porque lo que prima es la historia, y no la captura casi fiel de los rasgos de sus intérpretes, que han prestado sus movimientos gestuales y físicos a la captura animada. Mejor será situar al film como lo que verdaderamente es, es decir, como una película de dibujos animados. Con un dragón que vomita fuego sobre el puente de piedra, mientras catapultas lo atacan y Beowulf lo persigue. Todo en un mismo encuadre.
Quedará al espectador tomar una decisión respecto del desenlace. ¿Volver a caer en manos de la tentación, para repetir un ciclo de historias que no deben morir? ¿O tramar, junto con el artero Unferth (John Malkovich), oscuros designios a espaldas del rey?
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