"Mi compadre Juan Manuel/ me dijo sal de tu ombligo,/ vente de rumba conmigo,/ ponle un bozal a tu hiel,/ conque me metí en su piel/ que era piel de mucho abrigo/ creciéndome en el castigo/ del son y la melodía,/ hoy puede ser un gran día,/ ya sabes por qué lo digo", dice Sabina en "Dos pajarracos de un tiro", un soneto que, como el show que mañana abre en Rosario la gira por Argentina, parece haber germinado una noche cualquiera, entre cigarros y buen tinto. Y es que según dicen, la reunión de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina en el mismo escenario surgió hace añares, como una de esas ideas locas que se tiran en la sobremesa. Nadie puede decir a ciencia cierta por qué finalmente se dio; lo cierto es que siendo como son, sobrevivientes de distintos males padecidos casi en simultáneo, es probable que entre esos deseos insoportables de hacer cosas que sobrevienen durante la convalescencia ambos hayan pensado: "Coño..., ¿y por qué no?"

A pesar de los pronósticos de los agoreros de siempre, el dúo finalmente llega a la ciudad luego de... sesenta y cinco presentaciones. En su primera parada argentina (antes que en Córdoba y Buenos Aires), Serrat y Sabina aterrizarán en el Gigante de Arroyito para poner en escena este exitoso experimento, esta fórmula maleable de únicamente dos ingredientes que han dado en llamar, justamente, Dos pájaros de un tiro.

"Y empezamos a jugar/ con las musas desdeñosas/ y el negro Fontanarrosa/ nos enseñó a barajar/ dos historias a la par,/ dos casas por la ventana,/ dos fandangos con sardana,/ dos tangos puestos en cruz,/ hasta el gazpacho andaluz/ sabe a crema catalana", sigue el poema sabiniano, evocando al Negro, amigo de ambos y el único de los tres que no le pudo hacer una verónica a la parca.

Responsable del isologotipo que acompaña el show (un simpático cuervo bicéfalo), Roberto Fontanarrosa, ha sido un nombre que se repite en las conferencias de prensa que la dupla ha dado. "No conozco a nadie que haya vivido con tanta generosidad como él, con tantas ganas de vivir y de burlar a la muerte", señaló el catalán en alguna de las docenas de conferencias de prensa que ha dado. "Sin duda alguna, el Negro fue a lo largo de su vida un ejemplo, pero en sus últimos años, en su disputa por la supervivencia, fue un ejemplo de cómo un hombre enfrenta el destino que le toca, algo que no puede controlar, algo que como un injusto castigo le cayó encima", agregó.

¿Y cómo es el show?, se preguntará más de uno. "Formado por canciones suyas y canciones mías, canciones suyas que canta él y canciones mías que canto yo, pero también canciones mías que canta él y canciones suyas que canto yo, y claro, canciones de uno y de otro que cantamos los dos", ha resumido Serrat sin dejar lugar a dudas.

Según dicen ellos, ha sido la admiración del uno por el otro (el otro es Serrat, del que Sabina dijo: "antes de subirme a un escenario, yo lo admiraba mucho y lo respetaba siempre con la distancia que da, porque yo siempre lo consideré mi maestro"). El uno, Sabina, de quien el autor de "Penélope" aseguró en su primera conferencia de prensa: "Esta gira es una ilusión a cumplir, ya que siempre quise ser Sabina, sobre todo cuando no lo conocía".

Es verdad que ambos han cantado con otros (Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel y hasta Fito Páez). Pero nunca lo habían hecho juntos. Por eso se desquitan y en cada uno de los diferentes shows, hacen más de una treintena de canciones.

Acompañados por una banda de diez músicos, Serrat & Sabina seguramente serán remedio de la nostalgia para muchos con clásicos de siempre como "Mediterráneo", "19 días y 500 noches", "Princesa" o "Penélope", cantados en distintas versiones, cruzados y por qué no, amontonados.

Harán popurrís: Serrat cantará alguna de Sabina, y viceversa. Serrat por ejemplo, hace "La canción del pirata", con tono rockero y Joaquín "Señora", muy lejos de su estilo. Además, el catalán canta en andaluz y el andaluz en catalán.

La gira que empezó el 29 de junio en el Pabellón Príncipe Felipe, en Zaragoza, y que culmina el 18 de diciembre en el porteño Estadio de Boca Juniors --visitando diez países--, habrá sido presenciada por alrededor de un millón de personas. La fiebre que produce el dúo, hizo que sólo el primer día de ventas en Buenos Aires se vendieran 35.000 entradas. Obviamente, en Rosario los tickets se agotaron casi en el mismo momento en que salieron a la venta.