Martes, 22 de abril de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LIBRO. SOBRE ISIDORO SLULLITEL
Por Rafael Sendra*
Isidoro Slullitel además de formar su pinacoteca y actuar como un miembro pleno de la elite en las instituciones culturales rosarinas tomó un papel de Mecenas, tutor y patrocinador, diríamos que popular. Apoyó los talentos jóvenes, visitó sus talleres y exposiciones, presentó artistas noveles, y colaboró para consagrar a los de mayor experiencia. Se mezcló en galerías, hurgó buscando obras e información de los inicios del arte y de la arquitectura en la ciudad y la región. Cooperó para formar una corriente de opinión contemporánea y democrática. [...] Construyó su repertorio con el dinero ganado en su profesión y con el fin de comunicar alternativas superadoras. Su aporte económico era un mensaje a la sociedad, una lección de cómo invertir para generar una nueva vida. Autodidacta en la gestión cultural, enseñó a cuidar los frutos de la creación deteriorados, a rescatar y reacondicionar, poner en valor. Rubén Naranjo decía que Slullitel compró obras invendibles, carentes de mercado; se arriesgó a financiar obras que no perduraban, experiencias intransferibles. Comprendió y valoró el puro hecho de ser arte. Aunque con todo ello tendió una "evolución" del arte rosarino, y se las arregló para construir "una historia" con un probable sentido.
Siguiendo los pasos iniciales del escultor Herminio Blotta, quien escribió una exhaustiva página de recuerdos personales para el supuesto primer centenario de Rosario aparecido en octubre de 1925 en el diario La Nación, y del arquitecto Hilarión Hernández Larguía que fue el primer director del Museo Castagnino y publicó en el Boletín de noviembre de 1958 su conferencia en el Rotary Club de Rosario, Slullitel fue el primero que consideró valiosa la producción de los artistas pioneros. Quizás llamados así tras los escritos de José León Pagano en El arte de los argentinos.
Slullitel buscó obras, que reunió y organizó; conservó datos orales y escritos, referencias y testimonios que se desgranaban de a poco en el tiempo, carentes de valor en apariencia para otros. Este médico que hizo fortuna, arriesgó su dinero sin pensar en recuperarlo o consolidarlo como inversión en obras de arte. Inauguró en nuestro medio la conducta de un Mecenas que fomenta nuevas corrientes estéticas.
(*Fragmento de su libro Isidoro Slullitel entre la tradición y la vanguardia, que se presentará el viernes 25 de abril a las 19:30 en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Bv. Oroño y Av. Pellegrini).
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