Lunes, 5 de mayo de 2008 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › ACERTADO CASTING PARA LA VERSION DEL SUPERHEROE IRON MAN.
Por Leandro Arteaga
Iron Man. EE.UU., 2008
Dirección: Jon Favreau.
Fotografía: Matthew Libatique.
Intérpretes: Robert Downey, Jr., Gwyneth Paltrow, Jeff Bridges, Terrence Howard, Faran Tahir, Leslie Bibb.
Duración: 126 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
Calificación: 7 (siete) puntos
El historial de Iron-Man es bastante complejo. Por un lado, forma parte del grupo de superhéroes con el que el guionista Stan Lee le cambiara la cara a la historieta norteamericana de los años '60: Spiderman era el adolescente conflictuado, los 4 Fantásticos se unían y desunían desde sus disputas familiares, el Increíble Hulk era la expresión bestial del reprimido Dr. Banner, y Iron-Man padecía problemas del corazón como consecuencia irónica de su afición a la tecnología.
Porque es una bomba -chino/comunista en la versión comic, afgana en la que el film nos propone- la que con astillas imposibles de extraer condena el cuerpo de Tony Stark. La solución tecnológica que propone su genio inventivo le permitirá salvar su vida y, cómo no, combatir el crimen. Sean chinos o afganos, los terroristas siguen siendo la razón de ser de este Hombre de Hierro. La justicia de todo superhéroe, como ya sabemos, es la primacía decisoria del súper-individuo. Deidades que han surgido sólo desde las páginas de las historietas norteamericanas.
Ello permite que Iron-Man mate si lo considera necesario. Situación de angustia que parece haber sido superada desde hace un tiempo. Porque los superhéroes, tiempo atrás, no mataban. Hoy sí. Y ya no sólo no se lo cuestionan a sí mismos, sino que a los espectadores/lectores tampoco parece importarles demasiado. Habrá que recordar que éste ha sido el planteo (insólito, hay que decirlo) de Spiderman 3, en donde el personaje se reprochaba el haber tomado la justicia por mano propia.
Pero Iron-Man es un personaje nacido para la guerra. En el film los acontecimientos suceden tipo boomerang: Tony Stark es el artífice de las armas que manipulan tanto norteamericanos como afganos. La guerra es el negocio. Es su proceder mercantil el que provoca la génesis del titán de hierro. Situación que permite a la película ser "políticamente correcta", postura hoy posible dada la reversión que el apoyo hacia la administración Bush el cine de Hollywood -hipócritamente- ha comenzado a manifestar.
De esta manera, Iron-Man no sólo es consecuencia del mismo proceder irresponsable de Stark, sino también redención hacia sí mismo. Y si algo hay que decir en su favor, es que asume sus irresponsabilidades y desobedece las directivas de la propia milicia norteamericana. Claro, desde luego, siempre habrá algún militarcito que distinga lo que está bien de lo que no. Ese será el amigo de nuestro héroe.
Pero lo mejor, si se me permite, es que Stark es aficionado a la bebida. Situación que al superhéroe le ha generado múltiples problemas en las viñetas de papel. Razón por la cual la elección de Robert Downey Jr. como Stark se disfruta enormemente. ¿Quién mejor que él, adicto a los problemas como pocos, para caracterizar al personaje? Downey se apropia de Stark y lo convierte en su alter-ego: mujeres, whisky, ironía y desdén. Repito: nadie mejor que Robert Downey. Gran actor.
A lo que se suma la participación de Gwyneth Paltrow y Jeff Bridges, tríada desde la cual, como en todo comic, se complementan y contrastan las proezas del héroe. Y como siempre, para los lectores, los pequeños y lindos guiños: menciones veladas a situaciones narradas en las revistas, algún personaje que promete aparecer, el acostumbrado cameo de Stan Lee, y la buenísima musiquita -aquí vuelta a versionar- que acompañara a los ya clásicos dibujos animados que el personaje supo protagonizar en la televisión de los años '60.
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