Notable instrumentista, Martín Devoto es además un especialista en la interpretación de la música contemporánea. De hecho, son muchos los autores que confían en su talento para darle forma a obras creadas para violonchelo solo, terreno en el que el músico bonaerense se mueve con soltura. Consciente de la complejidad de su propuesta, en 2004 Devoto asumió el desafío y lo redobló, generando un concierto con el que permitió el acercamiento del público a nuevos creadores. Así, después de una serie de presentaciones el artista registró De Bach al ruido..., disco que este año fue editado por el sello rosarino BlueArt Records, y que esta noche funcionará como excusa para el retorno del cellista al Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río).

Y fue en ese mismo escenario donde, a fines de 2004, Devoto presentó el programa que finalmente se transformó en disco, y que reunía la Suite Nº IV de Bach, Tres postales de Carmelo Saitta, Les mots sont allés... de Luciano Berio, Petals de Kaija Saariaho, Pression de Helmut Lachenmann y Capriccio per Sigfried Palm, de Krysztof Penderecki. "En realidad ese recital planteaba una tesis, que tiene que ver con que lo que llamamos ruido no es tal. En el fondo, la lógica musical de la música moderna es igual a la de la música clásica anterior. Bach y el ruido son lo mismo, ése es un poco el planteo", recordó Devoto en su diálogo con Rosario/12, en el que además adelantó las cualidades de su nuevo concierto en la ciudad, donde interpretará las tres últimas composiciones del listado.

"En el caso del caso del recital en Rosario voy a tocar tres obras del disco y después voy a hacer una obra de Salvatore Sciarrino, que es un compositor que está muy en boga actualmente, es uno de los grandes compositores vivos y que no tiene casi 80 años, porque nació en el 47, es de otra generación. Después voy a tocar obras de Diana Rud y Jorge Horst, que son dos compositores rosarinos. Las dos obras las estrené yo, me las dedicaron a mí, y me parecía que si iba a Rosario tenía que tocar sus obras. Son obras muy lindas, me encantan y me parece que van muy bien con el programa", apuntó el cellista.

-¿La conformación del programa está marcada por el mismo concepto que el disco, el de acercar al público a la música contemporánea?

-Es un programa que está pensado, al que no le guste la música contemporánea lo va a poder disfrutar. En cierto sentido es un programa blando, porque no tiene obras tremendamente largas o difíciles en su comprensión. Son obras que en general tienen planteos bastante sencillos y claros. En este recital no vas a encontrar el orden del disco, con una referencia muy conocida como Bach, una obra casi tonal como la de Saitta, una obra serial como la de Berio y después las obras tímbricas de Saariaho, Lachenmann y Penderecki. En este recital eso no se va a encontrar, porque son todas obras modernas, que pertenecen al grupo de las últimas tres del disco. El hecho de acercar al público tiene que ver por un lado con un programa bien concebido, con coherencia y variedad. En ningún momento tiene que aburrir, y creo que este programa no es aburrido. La cuestión de acercar al público la trato de complementar o con alguna charla o subiendo las grabaciones a internet, para que el que vaya al concierto pueda escuchar las obras antes. Por otro lado, uno deja todo para que sea lo más lindo posible. Hay un falso clishé que dice que la música contemporánea no tiene que sonar linda. No, la música contemporánea tiene que sonar muy linda, y eso a veces implica mucho esfuerzo por parte del intérprete. Y si el intérprete no pone todo de sí, muchas cosas que pueden ser muy lindas terminan no siéndolo, porque no tienen la referencia de la tonalidad que sí tiene la música popular o la música clásica más vieja. Eso hace que sea realmente un desafío.