Miércoles, 3 de junio de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › "EL EXTRAñO PáJARO DEL AFECTO", DE MARíA ZULEMA AMADEI
Las poesías que integran el libro dan cuenta de una sabiduría de la existencia vivida minuto a minuto como producción de un sentido que va mucho más allá de la palabra. Amable con el lector, el título ostenta un modernismo ecléctico.
Por Beatriz Vignoli
Desde el punto de vista de la edición (y no sólo desde allí), "El extraño pájaro del afecto" (2008), de María Zulema Amadei, es un libro amable con el lector: ilustrado con dibujos y acuarelas de la autora, crea en sus páginas un pequeño ámbito intimista y de ensoñación que brinda el marco adecuado para la lectura de los poemas. Fechados según el año, mes y día, los dibujos son apuntes de viajes o bosquejos de rincones domésticos, preferentemente interiores con ventana. Plantas y obra humana se combinan en esos espacios, delineados mediante trazos de una levedad tal que es como si la artista no hubiera querido despertar a sus modelos con el rumor de la pluma en el papel. Y la pluma va y viene como volando entre los objetos y los seres vivos, captando todo con una especie de temblor. La velocidad de su realización, como también la serenidad de sus motivos (todo lo cual evoca las artes gráficas japonesas) crea una atmósfera muy acorde con la ecléctica sensibilidad modernista que se expresa en la poesía de este libro.
El libro también incluye un par de sus acuarelas, sugerentes e inspiradas, cuyos colores suaves atestiguan la misma voluntad de su escritura: crear ámbitos que funcionen como mínimos mundos de sentido. María Zulema Amadei nació en Santa Fe en 1941. Pasa parte de su tiempo en Rosario y parte en Carmen del Sauce. Es arquitecta y fue docente en la escuela de Diseño del Paisaje. También fue docente en la Escuela de Teatro y Títeres y tuvo un breve papel en Rosarigasinos (2001), película dirigida por Rodrigo Grande. Publicó los libros Identidad Nacional, en colaboración con Ana María Ghio, y El sauce (poesía). Ha colaborado en la sección Contratapa de Rosario/12 y publicó en forma de libro una compilación de sus contratapas, titulada El maestro chino. Y, según cuenta María Paula Alzugaray en el prólogo, practica judo.
Es extraño este pájaro al que se refiere el título. El afecto según Amadei se posa en los lugares más diversos. Hay poemas eróticos, amistosos, fraternos, maternales. En algunos la palabra roza su tema a través del ritmo y la metáfora, recursos esenciales de la poesía, como en este fragmento del poema erótico de largo aliento "Cierra oscuro el mar": "florecido sol borracho /manos sedosas sabias /aleteo multicolor" El poema, como los dibujos, va resolviendo su tema mediante pinceladas, aparentemente inconexas, pero que fragmento a fragmento construyen una atmósfera. Este método, pictórico por así decirlo, no falla. Tampoco la opción por discursos bien directos, aunque la propia autora los descalifique con injusta modestia. "Cursi" se titula, paradójicamente, uno de los textos más elegantes del libro, una advocación al amante a la que no le falta ni le sobra una sola sílaba: "soportar el cambio de colores de castaño a blanco /de rubio a blanco //descubrir cicatrices nuevas /alargar los besos /amigo mío" Entre la ornamentación modernista y la solidez clásica, la voz poética de Amadei va recorriendo una paleta ecléctica de estilos. A veces se enreda en los vericuetos de la críptica referencia personal, que escamotean la accesibilidad del sentido al lector que no pertenezca a su círculo. Pero no todo es autobiografía, sino que también hay referencias cultas: al cine, a la poesía. Se combinan el humor y la ternura en rotundos poemas que remiten indirectamente a la arquitectura como mediación del asombro ante la naturaleza en general, y a los animales constructores en particular: "¿Cómo construyen el mismo camino /que la lluvia borra /las hormigas?". Y la brevedad fulgurante del haiku le inspira pequeñas perlas felices: "La reja verde /protege la lluvia /de mi mirada".
Algunos poemas son impresiones o sumas de impresiones, mientras que otros plantean reflexiones sobre cuestiones esenciales como la vida y la muerte, o la palabra como articuladora de la experiencia ("El poder nombrar... ese solo poder /me organiza la vida"). El del título es una compleja alegoría dispuesta en la página como un dibujo, al modo de su admirado Juan L. Ortiz, a quien Amadei homenajea al comienzo. Ecléctica, María Zulema Amadei no adscribe a un estilo sino a una filosofía del contenido. "El extraño pájaro..." es un libro producto de una búsqueda vital incesante, con logros formales más o menos acertados pero donde en última instancia no parece importar tanto lo encontrado sino cómo se llegó allí. La poesía en Amadei aparece como inseparable del camino de la vida, y cada verso suyo pretende manifestar una sabiduría de la existencia vivida minuto a minuto como producción de un sentido que va mucho más allá de la palabra.
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