Néstor Garnica nació en La Banda y, como muchos de los allí nacidos, comenzó a rasgar una guitarra siendo apenas un niño. Tierra de carabajales, de chacareras y zambas, La Banda fue el territorio donde Garnica se empapó de folclore, hasta que a la edad de 12 entró en contacto con el instrumento que lo convertiría en músico profesional, en violinero de por vida. Mientras prepara el show que el próximo 7 de agosto brindará en el ND/Ateneo porteño, donde grabará su primer disco en vivo, Garnica se presentará mañana en Willie Dixon, donde a partir de las 22 recorrerá su último disco, Violinero del tiempo.

Acompañado por Iván Cifuentes (contrabajo), Alejandro Salamanca (batería), Pablo Oroza (guitarra y segunda voz), Garnica interpretará un listado de canciones que, según confió a Rosario/12, forman parte de su repertorio personal: "Estos son temas que tenía hace mucho tiempo y quería que queden impresos en una grabación. Hay clásicos del folclore, como `Pampa de los guanacos` o `El pintao`, y también temas nuevos, míos y de otros muchachos santiagueños que andan haciendo cosas nuevas. Creo que se está dando otra manera, por cómo los jóvenes sienten al folclore. Es obvio que se están formando nuevos folcloristas, algo que le hace bien al folclore y a todos los que nos gusta esta música. Entonces el disco es el resumen de años en el folclore, de años de tradición".

-De todas maneras en Violinero del tiempo se ve también una mirada más personal del folclore. Que si bien está ligada a la tradición y las raíces, en temas como Ñañárcaj tiene cierta idea experimental, que se corre de las líneas más tradicionales, en este caso, de la chacarera.

-Sí, puede ser. Esa es una chacarera trunca que hace mucho quería grabar, y ahora se ha dado la oportunidad. Creo que eso ocurre como resultado de la experiencia que uno va tomando, al escuchar otro tipo de cosas, al estar todo el tiempo en contacto con otros músicos. Creo que si bien tiene el toque tradicional, uno le va dando el toque personal, que es el que marca la diferencia.

Y hay más ejemplos, como "Atardecer en Oberá", donde se traslucen otras influencias. Porque si bien el tema compuesto por Lachi Acevedo mantiene su carácter de chamamé pausado, Garnica le agrega color tanguero con una serie de arreglos que en el disco son interpretados por el grupo chaqueño Fibra Litoral. El tango es, también, un género afín al violinista: "Soy un amante del tango. Pero así se han dado las cosas, los arreglos han tirado para ese lado pero no fueron pensados, han nacido así. Todo tiene que ver con el contagio que hay con la música ciudadana. Uno trata de mantenerse dentro de la tradición, pero el hecho de tener mucha información hace que las cosas se vayan dando de esa manera. De todas formas no me molesta que ocurra, soy bastante abierto, y todo lo que pueda sumar, mejorar, va para adelante".

Formado en primera instancia por el violinista Fernando Mattos, Garnica continuó sus estudios en la Universidad Nacional de Tucumán, donde recibió una beca para perfeccionarse en Alemania. Más tarde llegaría una etapa formativa en el conservatorio de Rotterdam, en Holanda, tras lo cual iniciaría un período de seis años recorriendo Europa formando parte de orquestas típicas y de cámara. Ya de regreso a la Argentina, Garnica retomó la senda folclórica, logrando el premio Consagración en Cosquín 2004 y Jesús María 2005.

En relación a su variada formación, hoy el músico santiagueño admite: "Puede ser que en mi manera de tocar haya un poco de contagio de Fernando, pero creo que a medida que ha pasado el tiempo, que he ido conociendo más el violín y teniendo más recursos técnicos, fui teniendo más recursos a la hora de tocar. Cuando uno conoce bien el instrumento sabe bien qué sonidos y efectos puede sacar, y también qué se puede obviar para hacer la música folclórica. Pero en este caso, como toco folclore desde chico, llevo esa música".