Lunes, 27 de marzo de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA POBRE REMAKE QUE REALMENTE METE MIEDO
Por Leandro Arteaga
Terror en la niebla
(The Fog)
Canadá/EEUU, 2005
Dirección: Rupert Wainwright.
Guión: Cooper Layne, a partir del guión original de John Carpenter y Debra Hill.
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Nathan Hope.
Montaje: Dennis Virkler.
Intérpretes: Tom Welling, Maggie Grace, Selma Blair, DeRay Davis, Kenneth Welsh, Adrain Hough, Sara Botsford.
Duración: 100 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
Puntos: 4 (cuatro).
"Terror en la niebla" se inscribe en la ya interminable lista de remakes que el cine norteamericano viene llevando a cabo. La víctima, en este caso, vuelve a ser otro film de John Carpenter, de quien ya se realizara una nueva versión -mediocre y en el polo opuesto ideológico- de su clásico Asalto al Precinto 13 (1976).
Luego de la exitosa "Noche de brujas" (1978), Carpenter filma, tal vez, uno de sus mejores títulos. En "La niebla" (1980), Adrienne Barbeau interpreta a una conductora radial que, desde el faro de un pueblo pesquero, observa el avance de la niebla espectral. Surgida desde la inmensidad del mar, la niebla corroe el velo de los miedos que, de generación en generación, han pervivido a través de historias contadas alrededor de fuegos nocturnos. En algún momento, algo se revelará pero, como buen artesano fílmico, Carpenter sabrá jugar antes con las virtudes del fuera de campo y, a través de él, con los nervios y miedos del espectador.
En la nueva versión, poco queda de estos rasgos. Acorde con las premisas narrativas del cine actual, en "Terror en la niebla" prevalecen los golpes de efecto y el consecuente embrutecimiento del suspense cinematográfico. Llena de lugares comunes, la película se preocupa por anunciar sus momentos de susto, sean éstos tanto ciertos como falsos (ciertos si se trata del asesino, falsos si estamos ante una falsa alarma). Aquella construcción narrativa que proponía Carpenter, en donde el miedo que anida en la niebla es un interrogante monstruoso -porque cada espectador será responsable de, justamente, darle forma-, desaparece ante los golpes sonoros, las irrupciones sorpresivas, y los asesinatos para el regodeo de la cámara.
Sí podemos decir que, desde la propuesta temática, "Terror en la niebla" guarda su mayor interés. Ya no es la conductora radial el único eje del film. Además, el monumento que el pueblo erige, para el recuerdo de sus padres fundadores, será uno de los mantos que, desde el bronce, oculte pecados familiares. Surgida desde un más allá no-natural, la niebla operará como un saldo de cuentas moral que los hijos, ahora grandes, deberán expiar y pagar.
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