La extranjera que se enamora de un hombre blanco, rompiendo el tabú impuesto por las tradiciones es un tema muy viejo en la ópera, se remonta hasta el barroco. Los románticos, tuvieron grandes títulos que explotan esa temática, pero es en el siglo XX y con Puccini, que el tema llega a su consagración con la creación de Madame Butterfly, la etérea enamorada del marino estadounidense Pinkerton, que engañada por el amado, sacrifica su vida, para que su amor viva en el hijo, de esa unión.

Madame Butterfly fue en su primer avatar una novela nacida de la pluma del escritor francés Pierre Lotti, se llamó "Madame Chrysanthème", (1887) y era una geisha de La Casa de Té de los Diez Mil Placeres, su nombre Ki-Hou-San (Crisantemo). Lotti relata los amores de Chrysantheme con un oficial francés, los dos saben que la relación es por unos meses y luego el oficial volverá a su país, no hay llantos solo buenos momentos y una paga por los favores recibidos. El compositor Andre Messager pone música a "Madame Chrysanthème" (1893) en clave de opereta, el músico inglés Sydney Jones cuenta la misma historia con el nombre The Geisha (1896). En 1955 Sir Frederick Ashton, coreografía el cuento. David Henry Hwang, en 1988 estrena en Broadway M. Butterfly, conservando la esencia de la ópera de Puccini, Jeremy Irons interpreta la patética historia para el cine en 1993 con la dirección de David Cronenberg. Broadway adapta la historia y la ubica al fin de la guerra de Vietnam, se llamo Miss Saigón (1989).

La línea directa que lleva a la Butterfly de Puccini se inicia en 1898, cuando John Luther Long publicó su relato Madame Butterfly, el nombre de la Geisha es cambiado a Cho-Cho-San y no es la exquisita dama del placer que describe Lotti, sino una mujer que se enamora hasta el delirio del muy simplón teniente de la marina estadounidense Benjamin Franklin Pinkerton. Cho-Cho-San pasa del relato de Long a los escenarios de Nueva York y Londres gracias a David Belasco, un famoso dramaturgo del fin de siglo. Es en Londres donde Puccini ve la obra de Belasco, fue amor a primera vista, se decide a comprar los derechos y hacer de la historia de Cho-Cho-San una ópera.

El texto es adaptado pos sus colaboradores Luigi Illica y Giuseppe, Giacossa, quienes crean una Cho-Cho-San del gusto de Puccini, para quien sus heroínas deben sentir el amor más puro, intenso y sin límites y esto en sí es un pecado que se redime en el escenario operístico con dolor sufrimiento y finalmente la muerte, en medio de la música más hermosa que imaginarse pueda. Por este vía crucis, que es el amor de Butterfly por Pinkerton, la cantante que asume el rol debe pasar de una fresca niña de quince años a una mujer que toma la decisión suprema de inmolarse por que según el libreto: "Con honor muere, quien no puede conservar la vida con honor". La música de Puccini es grandiosa, la orquestación colorista y hay citas directas de la música japonesa, creando el color local tan apreciado en sus partituras.

Para escuchar antes de ir a la ópera, es imprescindible las dos grabaciones de Mirella Freni, con Pavarotti (1974) y con Carreras (1987) una Butterfly con sentido dramático y vocal superlativo. Renata Tebaldi graba Butterfly en 1958 con Carlo Bergonzi, la dirección de Tulio Serafín, quien conoció personalmente a Puccini, esta grabación es soberbia desde lo musical y lo vocal. La Callas junto al director Von Karajan, hace una de sus grandes creaciones dramáticas, lo grabó en 1955 y aun se considera referencial.

La Opera de Rosario ha programado este gran título de la literatura melodramática, en teatro El Círculo para los dias viernes 28, domingo 30 de abril y martes 2 de mayo. Los principales roles serán cubiertos por los siguientes cantantes: Patricia Gutiérrez; Gerardo Marandino; María Luján Mirabelli; Ricardo Ortale. Regie: Rubén Berasain; Escenografía: Nicolás Boni. Coro Lírico Pía Malagoli, con la dirección de Rubén Coria. La Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario con la dirección del maestro Javier Logioia Orbe.