Sábado, 3 de noviembre de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PROYECTANDO ILUSIONES. LA HISTORIA DE LOS CINES DE ROSARIO Y SU GENTE
Daniel Grecco recuerda anécdotas, operadores, barrios, espectadores, a través de un libro dedicado a los cines de Rosario. La presentación se realizará esta noche en La Comedia, y un homenaje al Cine Heraldo completará la propuesta.
Por Leandro Arteaga
Como si el cine Heraldo reabriera sus puertas, pero con la complicidad de Teatro La Comedia. Es decir, esta noche, a las 20, Daniel Grecco presentará su libro Proyectando ilusiones. La historia de los cines de Rosario y su gente (Cuenta Conmigo Ediciones) en la sala de Mitre y cortada Ricardone, desde un homenaje al Heraldo (con programa de mano y proyección de variedades) pero también a todos los cines que se dicen y recorren en las casi 200 páginas del libro. "A mí me tocó poner el nombre y apellido en este libro, pero no lo escribí yo, sino todos los que trabajaron de una u otra forma en los cines, así como la gente, pagando el precio de su entrada a través de tanto tiempo", dice Grecco (también gerente de Complejo Monumental) a Rosario/12.
"Nuestra ciudad tuvo un privilegio bastante grande, cuando allá por los años '60 o '70 los cines estaban abiertos permanentemente, cuando las salas de barrio ofrecían toda una posibilidad de contención para los chicos", continúa Grecco y, con él, seguramente la memoria cinéfila de tantos espectadores, que han recorrido la historia de Rosario a través de sus cines, conscientes de cada fachada, marquesina, butacas y películas.
"A través del cine fuimos aprendiendo sobre lo bueno y lo malo, el cine nos enseñó a decir adiós con Casablanca, nos habló sobre la amistad con ET, fueron muchos los títulos que nos enseñaron; a partir de él, nosotros elegimos qué íbamos a hacer en la vida. Porque el cine es la vida, si bien es una ilusión óptica, ¡pero mirá qué linda manera tiene de 'engañarnos'! Decía David Mamet que tal vez, en algún momento, se terminen las baterías, la electricidad, pero que eso no impedirá que en un tiempo lejano alguien encuentre un pedazo de película, la mire a través del sol, y otra vez vuelvan a proyectarse ilusiones".
El cine conforma, podemos decir, una gran familia.
En la época de los '50, '60, te ligabas un reto si volvías a tu casa tarde, a las once en vez de a las seis, por quedarte a ver la misma película tres veces. Todas esas cositas hicieron que uno amara esta profesión. Lo digo con orgullo, porque me gusta que sepan que soy un operador de cine antes que gerente de un complejo. Fui y soy un operador de cine, algo tan importante como un acomodador, un boletero, el programista, el que trabaja en una distribuidora, es una familia muy grande. Muchos realizadores no tienen conciencia de que lo que ellos hacen, de que la criatura que traen al mundo, hay que enseñarla, hay que mostrarla, allí es donde está la trama que se arma con los que difundimos el cine.
Tuve la suerte de conocer a varios de los viejos operadores, todos con seudónimos raros: el "astuto", el "loco", la "bestia"...
A todos te los vas a encontrar en el libro, es más, fueron ellos los que comenzaron a decir que alguien tenía que contar nuestras historias, porque para nosotros es algo muy importante, quizás la gente cuando lo lea no lo vea así, pero hay cosas muy lindas, porque está de por medio el amor por el cine. Simplemente llevé al papel lo que me contaban, lo que viví. ¡Estoy confesando cincuenta y cuatro años de cine! Comencé a los diez, desde que me arrimé a una cabina -tal vez como hicieron tantos otros- a barrer, a repartir programas, por ahí porque no nos alcanzaba la plata que teníamos y así nos quedábamos a ver las películas. Durante la presentación vamos a proyectar un video alusivo, rescatando a muchos de los que se preocuparon por homenajear a los cines. Tengo algunas notas que nos hicieron, con operadores hablando... Hay que tener en cuenta que cuando entré al gremio tenía una diferencia de casi treinta años con los demás.
- Cuando la película se salía de foco, de cuadro, o quedaba sin sonido, los operadores solían ser muy recordados por los espectadores...
- Se acordaban de nuestras madres, hijas, hermanas... En la filmación que te digo, sale el "astuto" Ferraro, con su sencillez, diciendo que "en la inmensidad de los oficios nunca hubo uno tan reputeado como el nuestro". Hoy en día, accionás una llave y la película se comienza a proyectar, no tenés que tocar nada más. Con el cine digital el operador prácticamente no es necesario. Por eso el interés por rescatar el viejo oficio de proyectar ilusiones, y por eso también el título.
Grecco también apunta una consideración que ratifica la cinefilia histórica rosarina: "En los '60 tuve oportunidad de compartir mi tarea con Juan Porte, operador de cine mudo, quien me certificaba que las primeras exhibiciones públicas habían tenido lugar en Rosario. Esto también lo reafirman Sidney Paralieu (en su libro Los cines de Rosario: ayer y hoy, editado por Fundación Ross) y el gordo Manuel Vega, actor e historiador, quien lo escuchó de boca de José Martínez Suárez. La primera función de cine fue en Rosario, entre abril y mayo de 1896, a meses nomás de la primera proyección de los hermanos Lumière; después, en junio, julio, fue en Buenos Aires. De todos modos, sea donde sea, el cine es lo que importa. Lo que podemos ver en casa es televisión, para ver una película en toda su dimensión, desde todo lo que significa, hay que ir al cine. El cine respeta tanto la vida del ser humano que no invade su casa o su trabajo. Simplemente, como a los viejos abuelos o a algunos tíos, lo tenés que ir a visitar. Así es el cine".
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