Lunes, 12 de noviembre de 2012 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA NUEVA EDICIóN DE LA FIESTA MOTIVA UN REPASO POR FILMS CON EJE EN EL EXILIO
Desde el cortometraje El emigrante de Charles Chaplin hasta Bolivia, de Adrián Caetano, una recorrida por películas que abordaron las historias de aquellos que, por diversas razones, debieron abandonar su terruño en busca de un sueño.
Por Emilio A. Bellon
Como es habitual, en el inicio de la ya tan identificable Feria de las Colectividades, la lluvia se hizo presente; señalando por un lado una tregua ante la tórrida y asfixiante sensación térmica y por el otro, el corrimiento en el mismo calendario, al día después. Sobre los rituales que forman parte de la misma, día a día cada grupo cultural nos tiene reservada en sus tan tradicionales rubros (entre los que se destacan gastronomía y canciones y danzas) una programación que cubre, desde mediados de la tarde hasta avanzada la noche, grandes expectativas en ese público que no sólo es el local ni el de ciudades vecinas; sino que nos visita, como hemos escuchado, viajando desde otras provincias.
Este año se ha subrayado una nueva modalidad: los asistentes podrán hacer llegar su voto sobre el Presupuesto Participativo. Y lo podrán hacer todos, sin excepción, aún los que conozcan otras lenguas, como las de la comunidad toba e igualmente los no videntes, quienes podrán hacerlo mediante el sistema Braille. Un programa cívico admirable, que reafirma el carácter igualitario y cívico de este evento comunitario, cosmopolita.
Esta gran celebración, tan festejada anualmente por diferentes sectores sociales, nos lleva hoy, en el plano del cine, a recordar algunos films que tienen a los emigrantes como protagonistas, que nos llevan a pensar a los que partieron un día en busca de un sueño, de un mundo mejor para sus descendientes. Tratando de dejar a un lado mezquindades, opresiones, persecuciones políticas, limitaciones económicas, y tantos otros motivos más, que nos reconducen a los propios recuerdos familiares, a las mismas páginas de la Historia.
Ya en los años del cine silente, en 1917 en los días de la Primera Guerra Mundial, Charlie Chaplin protagoniza, bajo su propia dirección, El emigrante cortometraje que narra las vicisitudes en un barco con destino a Nueva York. Recordemos que en un momento de Good morning, Babilonia, sublime film de fines de los años 80 de los hermanos Paolo e Vittorio Taviani, la secuencia del viaje está narrada, mediante una elipsis, haciendo referencia al ya clásico film de Chaplin.
Tras los años de la Gran Depresión y en los tiempos de la política del New Deal y de Roosevelt, John Ford da a conocer en el 40 Viñas de ira, film rodado un año antes de ¡Qué verde era mi valle!. En aquel, merecedor del Oscar al mejor director y mejor actriz secundaria, Jane Darwell, Ford, en uno de sus más contestatarios films, tras los pasos del western revisita las páginas bíblicas del Exodo, y narra el drama de una familia que pierde su propiedad en manos de inescrupulosos banqueros, por lo que debe atravesar parte del territorio de su país, en busca de un espacio, camino a California. En el rol de la madre, la actriz premiada tiene lugar para un parlamento memorable y que se puede pensar como una estrella en el camino de los que tantos debieron soportar adversidades en sus partidas, en sus exilios: "Estamos vivos. Somos el pueblo, la gente, los que hemos podido sobrevivir a la injusticia. No nos han podido destruir. Ninguno nos puede detener; siempre miramos hacia adelante". Para numerosos críticos, aquí radica gran parte de la filosofía del cine de John Ford, Howard Hawks, John Huston.
En Italia, la cuestión migratoria no fue sólo un partir hacia L'America o la Germania, sino, en relación con el sur, hacia los grandes centros industriales de Milano o Torino. Así, en una feliz recreación de los Hermanos Karamazov de Dostoievski, por cierto muy personal y admirablemente sutil, el tan recordado Luchino Visconti presenta en 1960, desatando su torrente operístico, Rocco y sus hermanos, film en el que una familia de origen lucano se dirige a la ciudad de Milán, mirada desde la visión de una madre viuda y sus hijos. Un mundo de contrastes, de fuerzas en choques, conflictos de clase y ese juego de tristezas y esperanzas que dibujan con fuerza melodramática la propia trayectoria de este gran creador.
Tres años después, el tan polémico director Elia Kazan, figura controvertida en los años del maccarthismo y al mismo tiempo autor de films de gran corte progresista, da a conocer lo que podría ser una suerte de retrato familiar, desde un film marcadamente autobiográfico, América, América, realización que reaviva el conflicto de su film del 55 Al este del paraíso, pero ahora en un itinerario que parte de los días en que en 1896 un joven griego llamado Stavros deja su tierra, Anatolia, para cruzar a Constantinopla en busca de trabajo y de allí poder viajar a su soñado país, Estados Unidos, en un film que tuvo numerosos problemas con la censura.
A partir de los años 70 y hasta el día de la fecha, la cuestión migratoria en el cine ha pasado a ser uno de los grandes temas, particularmente en las filmografías ajenas a los mercados. En el orden del cine industrial, el inmigrante ha sido, por lo general, y mucho más en el cine de aventuras, una criatura exótica, sujeta a los caprichos del ario, blanco o del que habita ese lugar. Y esto ha sido mirado de manera risueña, complaciente o bien burlona. Por eso, la atención debe focalizarse en aquellos films que le otorgan un espacio de igualdad, en el que sus parlamentos puedan ser escuchados, desde su propia manera de decir.
Sólo citaremos a continuación, teniendo ya en mente films como Al otro lado de Faith Akin, Nuovo Mondo de Emmanuele Crialese, L'america de Gianni Amelio, Bolivia de Adrián Caetano, La otra América de Goran Paskaljevic, algunos films que consideraron la cuestión inmigratoria como aspecto central y dominante de una problemática que nos compete a todos. Y que cada historia en particular merecía pensarse como un nuevo relato que abriera a interrogantes sobre la figura del Otro en nuestro tiempo. Un breve listado, a manera de enumeración, más que incompleto, podría incluir a Españolas en Paris de Roberto Bodegas, Odio en las entrañas de Martin Ritt, Cuatro amigos de Arthur Penn, Erase una vez en América de Sergio Leone, Pan y rosas de Ken Loach, Ropa limpia, negocios sucios de Stephen Frears, La promesa de Jean y Luc Dardenne o Frontera sur de Gerardo Herrero. Y la lista, tal como esperamos, continúa.
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