Domingo, 17 de febrero de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL AMBICIOSO Y A LA VEZ SENCILLO PROYECTO DE SOFíA MéNDEZ Y DANIEL YAYO EKDESMAN.
Estos docentes y militantes sociales recorren desde hace dos años distintos pueblos rurales de Latinoamérica con su proyecto "Miradas". La idea tiene la finalidad social y educativa de desarrollar talleres experimentales de observación astronómica.
Por Beatriz Vignoli
Para arriba en todo sentido: Al cielo y hacia Centroamérica. Así miraban Sofía Méndez y Daniel Yayo Ekdesman cuando el 5 de marzo de 2011 partieron desde el barrio Ludueña de Rosario en una casa rodante preparada para un viaje de 14 meses por pueblos rurales de toda Latinoamérica, con la finalidad social y educativa de desarrollar talleres experimentales de de observación astronómica. Los catorce meses se convirtieron en dos años, que prometen ser cuatro. Sofía y Daniel son pareja desde hace años, cuando se conocieron haciendo militancia social en el barrio toba. En el viaje tuvieron una hija, a quien llamaron Negra. "Trabajamos con chicos de comunidades campesinas o indígenas, los más postergados por el modelo", contó Yayo a Rosario/12: "Las preguntas que hicimos para recortar un sujeto social nos llevaron a hallar vestigios de lo comunitario, de lo colectivo, en esas comunidades. Los dos venimos del campo del trabajo barrial. Teníamos ganas de conocer Latinoamérica pero no como turistas ni académicos. Llevamos dos años de viaje desde que salimos y estimamos que nos quedan dos años más. Estuvimos en Argentina, en Chile, por todo Sudamérica del lado andino y Centroamérica. Falta el Atlántico: Venezuela, Brasil, Uruguay y Cuba. La Negrita es nuestra hija que nació en el viaje. Ella nació a fines de julio en Chiapas".
Así nació el Proyecto Miradas (En Facebook: Sofía Yayo Proyectomiradas) y esa fue la historia que contaron el viernes Sofía y Yayo en el Complejo Astronómico Municipal. Después de la charla, presentaron el documental Glances, un registro que narra una experiencia particular: la del Proyecto Miradas en la comunidad maya de Chiapas. Dirigido por Alfonso Gastiaburo y producido por María Langhi, el trabajo audiovisual fue financiado por la cadena internacional Al Jazzera English tras seleccionar el proyecto. "María Langhi nos avisó del concurso. Convocamos amigos de Rosario, formamos equipo y nos presentamos. De entre 287 concursantes seleccionaron a doce finalistas para un workshop de una semana en Montevideo, Uruguay. Alfonso y María fueron los dos a defenderlo. Terminaron ganando tres proyectos, entre ellos el nuestro", recuerda emocionado Yayo.
"Agudizar la mirada, utilizando instrumentos ópticos como elementos posibilitadores del desarrollo de la observación", era lo que se proponían. La idea era "ver y comprender colectivamente registros visuales que en la cotidianeidad no siempre son percibidos. Desarrollar la observación como forma de análisis crítico de la vida cotidiana, desde el mundo de la ciencia; promover el intercambio cultural y el encuentro entre los pueblos": tales fueron los objetivos que se describen en el sitio web, http://www.proyectomiradas.org.
Allí también, haciendo clic en la página Talleres, puede leerse una detallada y amena crónica día a día de los talleres realizados (con el apoyo de la comunidad educativa) en escuelas de las localidades argentinas de Colonia Ana, Olaróz (en la Puna de Atacama), la chilena de Lasana y la boliviana de Patacamaya. Es una útil bitácora del desarrollo de cada taller, con fotos de las actividades y los nombres de todos los participantes. "La metodología de trabajo implica una semana de estadía en cada pueblo como mínimo" escriben. "Los primeros días se consideran para el reconocimiento del contexto. Es el momento de encuentro con quienes van a ser parte del trabajo grupal: maestros, padres, trabajadores de la escuela y alumnos. Entre todos se coordina la modalidad para el desarrollo del taller: el grupo con el que se va a trabajar, los contenidos, los tiempos, y las cuestiones logísticas. Una vez acordadas las pautas de trabajo se organiza el taller integral en las siguientes partes: Presentación, observación y registro del contexto, experimentación astronómica y cierre intimista". En la página de los Recursos de astronomía utilizados en los talleres (además de los tradicionales binoculares, cámaras, telescopios, o el gnomon y el disco de Newton) hay elementos didácticos como una "Manguera para fabricar un arco iris", "Ventanitas" o "Constelaciones en 3d". Los talleristas se comprometen a aconsejar cómo fabricarlos.
Además de la galería Multimedia de fotos y videos, en la página de inicio puede verse el vertiginoso teaser del documental Glances, que fluye al ritmo de Latinoamérica, la célebre canción de Calle 13. La cámara sigue al motorhome de la pareja, se encuentra con las miradas de los chicos de Chiapas y mira lo que ellos cuentan de lo que ellos miran: "Veo unos puntitos", anota uno sn su cuaderno. La banda de sonido desgrana en forma de canción las preguntas que los pusieron en marcha: "¿Qué es de todos, qué es de cada uno"", preguntaba Daniel. Y escribe con Sofía que el Proyecto Miradas propone: "construir lazos entre pueblos, siendo una práctica real de educación en la diversidad, además de una apuesta al encuentro de comunidades que permita proyectar una vida más digna a partir de la potenciación de las muchas identidades de los pueblos latinoamericanos. Buscando un trabajo que represente y exponga singularidades y pluralidades para la construcción de aprendizajes surgió la posibilidad de trabajar sobre la observación. Cada mirada es única y que existen tantas formas de ver como personas hay en el mundo: cada sujeto observa desde su mundo interno apropiándose de ese mundo externo para transformarse y transformarlo. Preparamos talleres de Observación para chicos, para que a través del hacer y la experimentación ellos develen cosmovisiones y formas de significar el mundo que los rodea".
"La mirada es la manera en que los chicos resignifican el mundo", resume Daniel. "La mirada une la astronomía y la tierra", reflexiona. Y la cronista trae a colación aquel capítulo de Las palabras y las cosas, de Michel Foucault, sobre aquellas Antigüedad y Edad Media que creían todavía en el Anima Mundi, el alma del mundo, cuando aún las cartografías de la tierra eran espejo de las del cielo. Hoy, la voz que de regreso cuenta la historia es la de un docente de taller transformado profundamente por estas experiencias.
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