"Con su último aliento", dice su editor que el "Negro" Roberto Fontanarrosa terminó de escribir su libro póstumo de cuentos, Negar todo (Ediciones de la Flor, 2013), presentado este mes en la Feria del Libro. Hacía cinco años que se hallaba trabado por un litigio judicial. Mientras tanto, la editorial Planeta le reeditó sus libros de cuentos. Y en marzo, el juez Fabián Bellizia, a cargo del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial N° 12 de Rosario, falló a favor de la editorial de Daniel Divinsky y Kuki Miller. "El 19 de junio de 2007 le escribí un mail en el que le decía que Kuki insistía en que no era imprescindible llegar al número ritual de 25. A eso contestó que 'ya hay 21 cuentos y tengo las ideas para 4 más'. Y logró llegar, con el último aliento, a los 25", testimonia Divinsky en la solapa. Aclara Daniel Samper Pisano en la contratapa que se trata de 24, pero que están dentro de los canónicos veintidós a veintiocho que siempre publicaba el Negro en cada uno de sus doce libros de cuentos, además (señala Divinsky) de tres novelas, 32 tomos de Inodoro Pereyra y 11 de Boogie el aceitoso, a lo largo de 40 años de vida creativa.

Fontanarrosa falleció el 19 de julio de 2007. Paradójicamente, en estos cuentos humorísticos, escritos en plena enfermedad, abundan los finales felices. También hay guiños autorreferenciales, como cuando en "Un Nobel de provincias" especula en broma con el Nobel de Literatura. O lo que parece una alusión velada a su célebre ponencia en el Tercer Congreso de la Lengua (2003) sobre "Las malas palabras", en el primer cuento, "El Pampa": "'Porque si uno jamás ha jugado un partido de fútbol no puede hablar así del Pampa, al reverendo pedo'. El Doctor era un estudioso de las palabras. Había remarcado el vocablo 'reverendo', lo que le confería al 'pedo' una reverberación mayor, e incluso una dignidad eclesiástica". El habla coloquial se luce en "Cumpleaños feliz", que se sostiene diez páginas a puro diálogo: una proeza digna de Galdós o de Manuel Puig, pero que además culmina en un catálogo muy rosarigasino de gastadas entre canayas y leprosos.

A Rosario, el Negro la homenajea como la cuna de la picada, en una parodia de la historiografía local. La gastronomía recurre en otra parodia: la que Fontanarrosa hace del cuento "Funes el memorioso" de Borges en "El hombre elefante", donde un mozo de esta ciudad es desafiado a recordar 65 platos por otros tantos académicos que teorizan sobre el fenómeno. No falta la Mesa de los Galanes, preocupados porque un hallazgo científico según el cual la mayoría de la gente es fea ("Teoría de la belleza") destruye el mito de que las mujeres rosarinas son hermosas. Ni la burla irreverente a los discursos militares ("Coronel en duelo") y nacionalistas ("La trinchera del tango"), a los próceres ("Mamá Susana") y al viaje al sur de Italia en busca de las raíces ancestrales ("Lunfardía").

En esos cuentos, el humor juega entre los discursos, los lenguajes, las tradiciones culturales y literarias. Pero los mejores son aquellos donde el humor es estructural, inherente al relato mismo. Como pasa con muchos cuentos del Negro, dos en particular parecen escritos para ser adaptados al teatro o al cine. El que da título al libro, "Negar todo", plantea una situación absurda que se resuelve más absurdamente aún. Y la sátira social "Perro en consorcio" transforma a un antihéroe en héroe épico, enfrentado a una adversidad donde lo peor es la tozudez de sus vecinos. "Los secretos de la comida china" deja un sabor tan agridulce como la salsa en cuestión. "Santa Claus llega a la ciudad" explora con sutileza la psicología femenina, mientras que "Cuestión de fe" coquetea con el realismo mágico. Los mejores cuentos del libro terminan con finales sorprendentes, que hacen aparecer la risa y el triunfo allí donde se esperaría la tragedia. En suma, un legado reconfortante de uno de los grandes escritores del idioma.