Jueves, 6 de junio de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. CONFERENCIA DE PRENSA SOBRE EL LARGOMETRAJE EL NEGRO OLMEDO
A punto de partir hacia otras locaciones, el equipo de rodaje compartió sus experiencias. El personaje, el padre, el actor, las anécdotas, y la necesidad de trabajar para comer con los amigos fueron algunos de los temas abordados.
Por Leandro Arteaga
Una película sobre la vida de Alberto Olmedo era inevitable. Era síntoma social, palpable, que en algún momento Olmedo apareciera en el cine. Es esto lo que Rosario/12 le comenta al cineasta Mariano Olmedo, cuyo rostro y gestos cautos, amables, son capaces de esconder una simpatía todavía mayor: "Hay bastantes miradas, hay mucho material para contar. Pero también pasa que hay que agarrar la hoja en blanco, empezar a escribir, y llegar a las ciento y pico de páginas, no es nada fácil".
La tarea de escritura de El Negro Olmedo, cuya última semana de rodaje en la ciudad permitió una conferencia de prensa durante el día de ayer, le correspondió a su hermano Marcelo -ambos, un juego de espejos donde pervive la imagen del padre-, de quien Mariano dice: "Una vez que el guionista entrega el libro al director... ¡olvidate! (risas). En verdad, respeto lo escrito por Marcelo, pensamos muy parecido, y si bien nos llevamos dos años parecemos mellizos. Cuando éramos chicos nos decían los 'van de Kerkhof', como los futbolistas gemelos de Holanda".
Por su parte, Marcelo explica sobre los muchos años que le llevaron pensar y escribir su libro El Negro Olmedo. Mi Viejo (2009), devenido ahora guión de cine. "Escribir sobre su vida era como un mandato. Una noche me dijo en (el restaurante) Fechoría, cuando yo tenía 17 o 18 años: 'Esto lo tenés que anotar y escribir'. Y acá estoy, sólo cumpliendo mandatos".
Con el fin de alejarse de una supuesta mímesis en su caracterización, Martín Bossi señaló la importancia de otros aspectos, dada la falta de conveniencia de "parecerse tanto". "Para llegar a un parecido muy grande tenés que usar muchas cosas en la cara, como en televisión, y esto no es tele, acá tengo que mostrar mi Olmedo, también según el director y el escritor. De todas maneras, soy flaquito, medio narigón, con ojos grandes, así que con poco hemos llegado a una imagen bastante fuerte. Hice un mes y medio de investigación junto a Mariano, quien me abrió las puertas de su familia y amigos, su Pichincha, su Monumento a la Bandera, su Fechoría, su teatro, pero sin tocar al personaje. Después me basé en cuánto de Olmedo hay en mí y en cuánto no hay. Estamos hablando de un hombre que buscó a su padre de pequeño, yo perdí a mi papá de pequeño también, ahí hay un punto en común. Si bien yo fui un nene bien, también a partir de la desaparición de mi papá tuve que salir a pelear el mango, soy un pibe de barrio, un atorrante en el buen sentido, un payaso, hay puntos de comparación en relación con alguien en quien debiera reencarnar diez veces para poder llegarle a los tobillos. Me basé en un mundo que tiene que ver con el mío, porque él nació en un barrio y vivió para hacer reír y para actuar, que es con lo que yo sueño".
Mariano, el cineasta, señala a este cronista que "lo que yo cuento es una historia entre padres, hijos y abuelos; esto no es No toca botón, no son las películas de Olmedo y Porcel, a eso en el cine no lo van a encontrar, sino que se van a encontrar con un Olmedo normal, simpático, con un tipo común de historias comunes, que tratan sobre su pobreza en Rosario, sobre cómo fue creciendo: de la niñez pobre al adolescente, y luego el salto a la gran ciudad que él soñaba para transformarse en un artista popular".
- ¿Y qué sensación le provoca ver los resultados en cámara?
- Lo que veo es impecable, estoy feliz con lo que está saliendo, con la dirección de fotografía, el arte, el vestuario, no le pifiamos en nada, realmente estoy feliz.
Un colega comenta a Marcelo sobre las anécdotas en Mar del Plata que le relatara Chiquito Reyes, sobre qué quedarán de ellas en la película. El diálogo se comparte, casi confidencialmente con los cronistas, mientras el realizador dice que "hay muchas...", con unos puntos suspensivos que son enormes. "Los restoranes en la vida de mi papá eran fundamentales: trabajar para ir a comer después, ¿no? ¡Para tener minas y para ir a comer con los amigos!, ése era el proyecto de todo".
- ¿Están haciendo la película para esto también, no?
- ¡Obvio! Pero que no me escuche mi mujer...
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