Jueves, 6 de junio de 2013 | Hoy
PSICOLOGíA › DISIDENCIA CONTRA EL VASALLAJE UNIVERSITARIO
Por Adrián Giménez*
El asedio del influjo estatal y su lógica de normalización incesante, la pretensión de escudriñar nuestra práctica en busca de garantías adecuadas a las estrategias objetivizantes de la ciencia, la razón universitaria confiscada por los poderes para tornarse un instrumento adaptable siempre a las formas del cálculo y la productividad. Allí, en medio del aburrimiento, el psicoanálisis insiste. Un cáncer que corroe toda aspiración de formación integral; las aspiraciones del discurso universitario desfallecen en su imperativo y sus relojes dejan de ser exactos. ¿Qué hacer con ese ruido inmoderado?
Nuestra misión no es embarcarnos en una educación de escala planetaria con la universidad como medio de balbuceo de una prédica. Usted decide, antes que las corrientes lo arrastren.
¡Ah, el psicoanálisis! Habría que arriesgarse a extender ese desconocimiento a través de la revelación de un saber que en su praxis ignora lo que enlaza, pues ¿qué de un método cuya función se encuentra en las antípodas de la pragmática en la que las ciencias experimentales alojan su valor de utilidad?
Una ética, que lejos de prevenir las potenciales transformaciones de cualquier emplazamiento, nos coloca a la intemperie, lejos del transigente servicio a un bien de turno. Desde entonces nuestras decisiones se ponen en juego a costa del deseo del burócrata, que es siempre un buen empleado.
Invocaremos entonces, con una fuerza inusitada, y en una suerte de cavilación nocturna, otra idea de universidad, cuya postulación demanda de un principio de resistencia, pero más aún, de una fuerza de disidencia contrapuesta a todo proyecto de vasallaje universitario disimulado bajo la prerrogativa de la gestión del saber por imposiciones políticas, cuyo afeite se presenta muchas veces bajo el título de demanda social.
Apelamos a este porvenir de la universidad bajo la consigna de esa experiencia desde la cual hablamos, lejos en lo posible de la ventriloquía, apostando a que la academia pueda ser la política por otros medios, en la que el psicoanálisis se mueva entre fricciones y disemine la peste, el remedio enfermo contaminando la casa de los doctos. Del antídoto ni noticias, la ponzoña invade el corpus.
*Psicoanalista. Panelista.
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