Domingo, 25 de junio de 2006 | Hoy
En "La sociedad secreta revolucionaria" el director Matías
Martínez convoca a Roberto Arlt más allá de lo social y lo
político, para trabajar sobre el tema de la humillación.
Por Julio Cejas
Resulta interesante comprobar la consolidación de un fenómeno que se manifiesta en la mirada cada vez más política que vienen adoptando en sus propuestas los integrantes de las nuevas generaciones de teatristas argentinos. Pero a diferencia de los protagonistas de la tumultuosa escena nacional de la década de los 60 y los 70, estos jóvenes realizadores reinterpretan escénicamente la historia de nuestro país a partir de parámetros que los distancian considerablemente de sus antecesores.
Uno de esos inquietos buceadores en las zonas oscuras de la intrincada trama que pretende interpretar algunos gestos emblemáticos de la sociedad argentina a partir de la dramaturgia y la dirección es sin dudas Matías Martínez.
No es casual entonces que uno de los autores preferidos del director de "H", y de esta última producción "La Sociedad Secreta revolucionaria"; sea precisamente Roberto Arlt; un obstinado referente en todas las épocas, a la hora de dar cuenta de la tan mentada "identidad nacional".
Si hay una literatura que sigue hablando del imaginario tortuoso del argentino medio, es sin dudas la del autor de esas antológicas novelas "Los Siete Locos" y "Los Lanzallamas".
No podemos dejar de mencionar un antecedente teatral que reabre quizás este camino de reencuentro con el imaginario estéticoideológico de uno de los grandes escritores argentinos: "El pecado que no se puede nombrar" dirigido por el talentoso Ricardo Bartis.
Pero hay un tema que va más allá de lo social y lo político y es en el registro en el que viene trabajando obstinadamente Matías Martínez en toda su producción: el tema de la humillación.
Pero el propio Arlt nos demuestra en su literatura dramática, y "Saverio el cruel" es un ejemplo contundente de esto, hasta qué extremos puede llegar el hombre cuando siente la degradación roerle las entrañas.
Erdosain, el arquetipo de la humillación en la poética arltiana es capaz de transformarse en el inventor de un gas letal que acabará con todos los defensores del sistema capitalista.
Este hombrecito que debe reponer el dinero que robó como empleado de una azucarera, va a descubrir al igual que el mantequero Saverio, una parte escondida de ese ser que está dispuesto a bajar a los escalones más profundos de la humillación para transformarse en un vengador anónimo.
Y allí van a aparecer en escena esos otros "aliados" que lo ayudarán a redimirse: el Astrólogo, Barsut,y Ergueta, juntos van a convencerse de la necesidad de formar una sociedad secreta que acabe con el capitalismo.
En esta relectura que hace Matías Martínez de los textos de Arlt, aparece la figura del Astrólogo como el disparador de la historia, como el eje aglutinante de la historia; llegando por momentos hasta eclipsar el protagonismo que Remo Erdosain tiene en la novela de Arlt.
El espectador ingresa de esta manera a un espacio que lo interpela de movida a la manera de un futuro "aspirante" que quedará fascinado por los alcances y los logros de esta secta que se propone un ajuste de cuentas con la historia.
Los sueños de una generación libertaria se confunden con los intereses personales, la fragilidad de estos seres desesperados los condena a destruirse mutuamente entre el aire contaminado por los gases de sus armas futuristas.
El fuerte de esta propuesta escénica se apoya en la impresionante construcción que la actriz Nancy Barbero hace de este Astrólogo, transformándolo en un ser que trasciende su sexo para convertirse en un icono de la degradación humana.
La misma actriz que nos sorprendiera con su trabajo en "De nuevo la furia" que dirige Claudia Cantero; logra justificar en la escena la estrategia de dramaturgia que desarrolla el director al optar por resignificar ideológicamente el itinerario desarrollado por Arlt en su novela.
El resto del elenco integrado por Pablo Theyler; Hernán Giglio y Leonardo Di Lorenzo luchan con esfuerzo para dar cuenta de personajes emblemáticos y de difícil resolución escénica; y por momentos el esfuerzo no alcanza para armonizar con las necesidades de la puesta.
Una escenografía acotada a las necesidades del clima sombrío que requiere el espacio en el que se desarrollan por momentos situaciones inquietantes y de suspenso.
Para destacar una vez más, el trabajo de este investigador teatral que es Matías Martínez; un conocedor del desafío que implica retrabajar un material tan complejo y de fuertes connotaciones literarias.
Un abordaje interesante para aquellos que piensan que todavía el teatro puede ser una herramienta eficaz que además de entretener puede movilizar ciertas cuestiones pendientes en el imaginario colectivo de este país.
La obra "La Sociedad Secreta Revolucionaria" a cargo del nuevo grupo teatral "Lanzalocos", puede verse todos los viernes a las 22; en la Sala La Morada de Buenos Aires 990.
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